La agricultura, ganadería y pesca se someten absolutamente a los intereses del gran capital.
La Política Agraria Común (PAC) es una de las principales herramientas de la Unión Europea, destinada a favorecer la concentración de tierras en cada vez menos manos y a empobrecer a los trabajadores del campo. Es por tanto una política al servicio de los monopolios.
La Unión Europea, a través de la PAC, fomenta la concentración parcelaria al basarse en los pagos por hectárea, los cuales benefician, principalmente, a quien posee la tierra y no a quien la trabaja.
La entrada en la CEE (hoy UE) supuso la destrucción de gran parte del tejido productivo español en el campo. Mientras aumentaban las ganancias de las multinacionales lecheras, miles de pequeñas explotaciones ganaderas tuvieron que cerrar, incapaces de sostener la producción ante los bajos precios que se les pagaban. Al mismo tiempo, la calidad de la leche vendida al gran público empeoró.
La existencia de grandes compañías de distribución hace que los precios de compra al productor se vayan reduciendo aceleradamente, lo que significa que los pequeños productores no pueden competir en precio con las grandes explotaciones pertenecientes a grandes grupos empresariales. Los beneficios crecen en la esfera de la distribución, mientras que un productor o productora percibió en 2009 entre un 30 y un 51% menos de beneficio que en 2008 por los alimentos que puso en el mercado, mientras que para el consumidor y consumidora el precio final de adquisición, de un año a otro, sólo han experimentado una leve rebaja de entre el 2,4 y el 6 % sobre el precio final.
Las condiciones de vida y trabajo en el campo siguen siendo muy duras. Un ejemplo es la situación de los temporeros de la fresa en Huelva, fundamentalmente trabajadores inmigrantes, que soportan durísimas condiciones, mientras en general contemplamos una continua destrucción de empleo en el sector, con salarios en muchos casos de miseria para quienes logran trabajar.
Por su parte, en el sector pesquero, la Política Pesquera Común ha supuesto consecuencias muy similares que amenazan con terminar con el sector.
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