Desde el año 39 del siglo pasado, la oligarquía ha sido la victoriosa en la batalla por establecer la hegemonía social y por ende, encabezar una dirección política y económica acorde a sus intereses de clase en el territorio donde se asientan los pueblos de España.
Lo que ha estado en juego en los comicios electorales del 10 de noviembre, al igual que en anteriores procesos electorales celebrados desde el 78, y anteriormente durante la etapa franquista, es la forma en que se gestionan esos intereses oligarcas.
Ya definíamos durante la campaña electoral que la crisis estructural del sistema capitalista estaba conduciendo a una irremediable crisis de gestión del propio sistema. Esta crisis de poder, como consecuencia de lo anterior se ha visto materializada en una repetición electoral que ha supuesto en términos generales un inmovilismo de las posiciones de los bloques de poder.
Las dificultades para la gobernabilidad aumentan, si bien es cierto que el mandato de la oligarquía quedó claro antes del proceso electoral y un pacto de estado, aunque se dé en forma no expresa, se prepara para intentar desbloquear la situación, siempre, de conformidad con los intereses monopolísticos de la minoría.
El incremento de la extrema derecha supone una amenaza cada vez más real para los derechos económicos, sociales y políticos de los pueblos y las y los trabajadores del estado español. La extorsión, la represión e incluso el nihilismo se sitúan a la desesperada por parte de la oligarquía para desbloquear su crisis de poder.
En nuestra comarca no hay una gran diferencia con respecto a esta tónica generalizada. Tampoco en lo referente a los resultados del Partido. A pesar del aumento de votos en el Estado español, en nuestro territorio, se observa un pequeño descenso en los resultados, fruto del incremento de la abstención entre votantes a nuestro proyecto y el miedo al ascenso de la extrema derecha que transfuga algún que otro voto. Lo que no hay duda es que el PCPE, con resultados más que insuficientes, es la referencia comunista de nuestra comarca.
Es fundamental, que empecemos a entender que el trabajo militante es el elemento central de la lucha contra un fascismo en ascenso que pone en peligro incluso nuestra integridad individual. Por ello, no debemos dejarnos arrastrar por la desidia o el pesimismo, por la desmovilización o el abandono de la izquierda. El partido comunista es la vanguardia de la clase obrera y quienes tenemos que generar una dinámica alternativa a la lucha llevada a cabo en los últimos años.
Es necesario más que nunca dotarnos de un movimiento amplio que desde posiciones antifascistas combatan la linea ideológica más reaccionaria que se ha instalado en la sociedad española y alicantina. No se trata de una movilización contra VOX como empieza a oírse decir, sino contra las políticas xenófobas, machistas, ultraliberales, racistas y ultranacionalistas que expresadas sin tapujos por el partido de extrema derecha hacen suyas otras organizaciones políticas y sociales y por desgracias gran parte de la sociedad.
Un movimiento antifascista que huya de posicionamientos sectarios o partidistas, de herramientas de lucha anticuadas a la nueva realidad y donde tengan cabida posiciones honestas de lucha desde distintos prismas, pero con el objetivo común de ir cercando una ideología que acabará sometiendo a la clase obrera a la semiesclavitud si no se le pone freno.
Comité Comarcal de L’Alacantí
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