Del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021 se desarrolla en Glasgow (Escocia) la vigesimosexta Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Con cerca de doscientos países representados, diversas ONG´s nutridas a subvenciones y decenas de entidades de lo que denominan “observadores privados”, que no son otra cosa que empresas con intereses en el sector energético (Iberdrola, entre otras), toma forma esta herramienta del capital para afianzar su hegemonía y control sobre los recursos energéticos.
Los medios de comunicación del sistema, como elementos fundamentales que son para la propaganda capitalista, se ocupan de falsear la realidad de esta Conferencia y ocultan sus verdaderos intereses. Bajo el paraguas del supuesto freno a las emisiones que condicionan el cambio climático, este encuentro y sus predecesores no han situado mayor objetivo que el de garantizar que la supremacía energética se encuentre en manos del bloque imperialista dominante. Estas cumbres climáticas (que no medioambientales, pues no abordan más problemática que la exposición de partículas al aire) son, en realidad, un eslabón más del entramado de intereses que mueve el capital en el campo energético. A través de la regulación del Mercado de Emisiones de Carbono, se otorgan privilegios a los países con mayor capacidad financiera quienes, a través de la compra y venta de derechos, se aseguran el reparto de asignaciones para sortear las restricciones en la emisión de CO₂ y otros gases a la atmósfera; con ello y unido al peligro medioambiental que esto supone, se brinda total impunidad al imperialismo para bloquear cualquier posibilidad de avance a los estados en desarrollo y garantizando, de este modo, la supremacía en su capacidad de producción. Naciones como China o India, entre otras tantas, sufren directamente las consecuencias por la imposición de medidas restrictivas y sancionadoras emanadas de estas cumbres, mientras quienes las impulsan y promocionan, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, regulan a su favor y salvaguardan los intereses de las grandes multinacionales del sector. El imperialismo no sólo pretende de este modo fortalecer su supremacía tras cada cumbre, sino que, a su vez, se exime de responsabilidad y culpabiliza a los países en desarrollo y al tercer mundo del creciente deterioro del Medio.
Mientras se celebra la COP26, el mercado de la electricidad, los combustibles fósiles y el gas marcan subidas históricas en sus tarifas. Al dictado de los grandes monopolios el pueblo trabajador ve lastradas, aún con mayor virulencia, sus condiciones de vida; la pobreza energética se extiende y cada vez son más las personas y familias que no consiguen subsistir con sus salarios de miseria, si es que los tienen. Se trata de una situación insostenible que solo podrá ser combatida a través de la lucha obrera y popular, una respuesta que deberá ser orientada y organizada desde posiciones revolucionarias y en la que las y los comunistas del PCPE y de la JCPE desarrollarán todas sus capacidades. En este sentido es necesario situar cómo el sistema impulsa y financia diversas instituciones, públicas, privadas y no gubernamentales, con el fin de manipular y alienar a la opinión popular disfrazando al capitalismo con piel de cordero. Todo un entramado de organizaciones denominadas ecologistas derivan la atención hacia lo que se denomina como Capitalismo Verde, o la falacia de creer que la dictadura del capital va a permitir que algo se interponga en su objetivo de acumulación de riqueza y recursos. Los constantes llamamientos que hacen estos colectivos a la responsabilidad individual (reciclaje, sostenibilidad, etc.) y a las acciones locales sin cuestionar en absoluto el carácter destructivo y opresor del sistema, son meros parches que en ningún caso supondrán la solución a la grave crisis medioambiental que sufren el planeta y sus pueblos. Es por ello preciso incidir en la necesidad de dotar al movimiento ecologista del carácter de clase que le corresponde, pues solo situando este frente como un elemento más en la lucha de las trabajadoras y los trabajadores por un futuro digno se podrá garantizar un horizonte medioambientalmente saludable.
No queda ningún género de duda, el único camino es trabajar por la superación del sistema capitalista hacia el socialismo y el comunismo, reestableciendo el necesario equilibrio entre el desarrollo y la naturaleza, luchando por una sociedad justa en la que se respete el Medio Ambiente como parte fundamental para la vida, como elemento ligado al avance equilibrado y racional de los intereses del planeta y del conjunto de la clase trabajadora.
Comité Ejecutivo del PCPE, 2 de noviembre de 2021
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