No hay la menor duda que la estrategia de agresión multifacética del imperialismo yanki contra la República Bolivariana de Venezuela responde a varios factores y, mediante el uso de las armas, tiene como objetivo final hacerse con el control total de sus recursos naturales y situar una nueva base militar en el Caribe y en América Latina; en realidad, no es más que un nuevo episodio de la estratégica guerra global permanente que libra el imperialismo contra la humanidad.
En lo concreto, es importante definir, que todo el proceso de sanciones, golpes y actos terroristas que se iniciaron desde el primer momento del triunfo electoral del Comandante Chávez en 1999, demuestra que cualquier intento de los pueblos para levantar sus propios proyectos soberanos, se considera una amenaza vital y estratégica por el imperialismo norteamericano y sus lacayos europeos, incluidos los socialdemócratas que, en todo momento, han reconocido a elementos tan facinerosos y golpistas como Guaidó, Corina Machado y Edmundo González .
Además, no cabe duda que el imperialismo yanki, bajo el dictado de Trump, está dando un salto cualitativo en el proceso de destrucción de la superestructura del sistema capitalista internacional del siglo XX consensuado después de la victoria contra el nazismo, con la finalidad de acabar con el reconocimiento del derecho a la soberanía de las naciones, y establecer un sistema mundial donde la fuerza militar de la OTAN y las agencias de “seguridad” yankis sean los árbitros del orden mundial, al menos del orden occidental. El pretendido cierre del espacio aéreo de Venezuela es una demostración práctica de ello y sienta un precedente absolutamente inaceptable.
El imperialismo yanki no solo trata de eliminar la “arquitectura” internacional hasta ahora vigente que, por cierto, para nada reivindicamos, sino que trata de liquidar de la forma más radical posible los derechos y libertades, tanto individuales como colectivos. Los asesinatos impunes de tripulaciones de pequeñas embarcaciones en el Mar Caribe, utilizando armas de guerra, son una muestra de ello.
Hecho que se desarrolla con el silencio cómplice, cuando no el asentimiento, de la llamada Comunidad Internacional. Así como la parálisis connivente de la ONU que muestra claramente su incapacidad para desarrollar las funciones para las que, al menos formalmente, nació.
Sin duda, la formalidad diplomática calculada de estos foros, frena la necesidad de una posición más combatientemente internacionalista de quienes hoy lideran la nueva realidad multipolar.
Esta situación plantea nuevos retos a las organizaciones revolucionarias y al movimiento mundial antiimperialista. Hoy es necesario elevar las capacidades de la lucha, actualizar las consignas y, con la intervención propia e independiente de los partidos comunistas, levantar un muy amplio Frente Mundial Antiimperialista.
El PCPE dispone todas sus fuerzas para esta situación, al tiempo que hace un llamamiento a responder a cualquier agresión de la forma más inmediata con la movilización instantánea y combatiente de todos los efectivos disponibles.
Hay que conducir la movilización mundial por Palestina y contra el genocidio, que estaba planteando la consigna central de Huelga General Mundial por Palestina, hacia una progresiva movilización internacionalista que, sin ataduras con ninguna de las estructuras centrales del imperialismo (OTAN, UE) avance hacia escenarios capaces de parar la producción y el comercio en solidaridad con Palestina, Venezuela, Sáhara Occidental, Sudán, etc.
Levantar todas las fuerzas contra el imperialismo, es hoy la consigna central que se concreta en un llamamiento a la movilización inmediata ante cualquier acción de agresión concreta contra la República Bolivariana de Venezuela. Ayer Palestina, hoy Venezuela, ¿mañana?…; quizá sepamos la respuesta.
Por la unidad de todas las fuerzas antiimperialistas y antifascistas.
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