El pasado fin de semana del 20 y 21 de febrero se celebraron en Madrid las jornadas “Por un Plan B, contra la austeridad, por una Europa Democrática”, impulsadas por diferentes partidos y personalidades de la izquierda reformista y socialdemócrata, con el exministro griego de Finanzas, Yannis Varoufakis, como principal estrella mediática.
Pese a cierta retórica radicalizada, el análisis ideológico y de las propuestas que se plantean en el llamamiento “Un plan B para Europa”, demuestra las limitaciones de estos partidos reformistas: su objetivo es crear “un espacio de confluencia” de las organizaciones que se oponen “al modelo actual de la UE” con el fin último de “romper el régimen de austeridad” y “democratizar las Instituciones Europeas”.
Pasando a las propuestas concretas, los límites de este llamado “Plan B” son aún más evidentes: “una política fiscal justa y el cierre de paraísos fiscales, sistemas de intercambio complementarios, la remunicipalización de los servicios públicos, el reparto igualitario de todos los trabajos incluidos los cuidados en condiciones de dignidad, la apuesta por un modelo de producción basado en las energías renovables, y reformar o abolir el pacto fiscal europeo”, es decir, un breve listado de políticas reformistas, pequeños parches que no atacan ni el poder de los grandes monopolios capitalistas ni la naturaleza imperialista de la UE.
El culmen de los despropósitos políticos e ideológicos de esta iniciativa lo representó el mediático Varoufakis, con apelaciones a la unidad de los “demócratas europeos” sean conservadores liberales, verdes o socialdemócratas, llegando casi al esperpento cuando habló de reeditar un 36 (en alusión a la Guerra Civil española y las Brigadas Internacionales) “postmoderno”.
Entre los firmantes del “Plan B” del Estado Español destacan miembros de Anticapitalistas (como Miguel Urban o “Kichi”), de las CUP (como Anna Gabriel y David Fernández), de Compromís (Mónica Oltra) y de IU (Alberto Garzón o Marina Albiol). Ya no sorprende apenas que firmen un texto de este tipo quienes pactan gobiernos con la burguesía nacionalista catalana, con el PSOE en Valencia o quienes pretenden ser el sector izquierdista de Podemos. Si ningún dirigente “oficialista” de Podemos se ha atrevido a vincularse a un llamamiento tan difuso ideológicamente es de suponer que la razón es su vinculación con Alexis Tsipras y Syriza, a los que ahora está enfrentado Varoufakis.
Por su parte, resulta muy revelador de las contradicciones internas y limitaciones de IU-UP que Marina Albiol, Alberto Garzón y Carlos Sánchez Mato (concejal de Ahora Madrid), al tiempo que firmaban ese llamamiento, publicaban un artículo en Público donde afirman que “La Unión Europea no es reformable” y que “cualquier política, institución o moneda que surja de este sistema estará a su servicio. Porque ha sido diseñado para ello. Para defender los intereses de los capitalistas europeos frente a sus competidores en el mercado mundial y frente a la clase obrera europea. Todas sus políticas son instrumentos de explotación de la clase trabajadora: desde el Banco Central Europeo, hasta el sistema monetario o la política aduanera y de fronteras. Todo ello tiene carácter de clase, defendiendo los intereses materiales de los poderosos … quienes luchamos por un Plan B no podemos quedarnos en atajos que consigan pequeñas reformas cosméticas…” La contradicción entre ese artículo y la práctica política de IU, comenzando por la firma del llamamiento del “Plan B”, es evidente.
Porque, en efecto, la Unión Europea es una estructura imperialista desde su creación embrionaria en el Tratado de Roma de 1957. Desde esos orígenes, la UE está diseñada para facilitar el desarrollo del capitalismo europeo y sus grandes monopolios. Ese carácter imperialista no es reformable por ningún gobierno ni ninguna política reformista. Las declaraciones de Varoufakis respecto a que un Gobierno de Podemos en España plantaría cara a Bruselas y a las políticas de austeridad no es más otro engaño al pueblo, otro callejón sin salida como lo fueron las falsas promesas de Alexis Tsipras y Syriza en Grecia. Un gobierno de Podemos o un gobierno multipartito de “progreso” en España tendrían el mismo final: traición a los trabajadores/as y capitulación ante las exigencias de los grandes monopolios.
La única salida para la clase obrera y el pueblo trabajador, el único Plan B real, es la acumulación de fuerzas, la organización, la conciencia y la movilización combativa. No son Yanis Varoufakis y sus amigos postmodernos quienes se están enfrentando en Grecia a las políticas de recortes (como una brutal reforma del sistema de jubilación y pensiones) y privatizaciones dictadas por Syriza e impuestas por el imperialismo europeo. Son el PAME, Frente Unido de Todos los Trabajadores, las organizaciones y movimientos populares, con la dirección política del Partido Comunista de Grecia, KKE, quienes luchan y se organizan en las calles, en los centros de trabajo y estudios, en los piquetes y movilizaciones, quienes están construyendo el contrapoder obrero y popular.
La Unión Europea no es reformable para beneficio de la clase obrera y el pueblo. Por ello, la solución al drama de explotación y opresión que sufren la clase obrera y los pueblos de Europa no está en ningún llamamiento ni en un puñado de míseras reformas; la solución está en destruir el poder de los monopolios y avanzar hacia el poder obrero y el socialismo. Nuestro único Plan B es la salida de la UE, el euro y la OTAN. La lucha es el único camino para llegar a ello.
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