Muchas son las pruebas que a día de hoy nos llegan de la magnitud de la traición y las maniobras que tuvimos que sufrir por parte de los fraccionalistas hace meses. Por si todo lo dicho anteriormente no dejara claro el perfil de sus representantes, un nuevo hecho sacado a la luz, refleja muy bien lo que son, porque como ya hicieran sus mayores fraccionarios, presentaron unos estatutos falsos ante el Ministerio del Interior, saltándose así cualquier criterio de soberanía de la militancia y riéndose una vez más de nosotros con vistas a quedar en una buena posición legal que les permitiera abordar la fracción con mejores garantías, en este caso robándonos el logo histórico de los CJC y apropiándose de sus siglas.
Unos estatutos son un conjunto de principios y normas para un Partido Comunista. Un marco de actuación elegido por la militancia en su Congreso cuyo contenido es inamovible en tanto la militancia no apruebe su modificación. La traición de la fracción a la militancia no se ha hallado sólo en la falta de escrúpulos o de principios a la hora de maniobrar para conseguir poder dentro del PCPE o los CJC, sino en la total complacencia con el Estado, su plena capacidad para integrars e al propio sistema y no suponer ninguna amenaza para el mismo.
Partiendo de la base que son unos estatutos que nada o poco tienen que ver con los aprobados en el X Congreso de los Colectivos de Jóvenes Comunistas, encontramos algunos rasgos significativos que pueden acercarnos a una valoración política de hacia dónde quieren redirigir algunos elementos ajenos al marxismo – leninismo a una organización con una trayectoria de lucha histórica en el estado español y que a pesar de lo que muchas y muchos han pensado, nunca ha sido una anécdota en la lucha de clases. Así, hoy queda mucho más claro el por qué tras un año tras la celebración del 9º Congreso, la militancia en las bases aún no conocía los estatutos y tesis aprobados.
En primer lugar, marcar el abierto carácter antidemocrático de la fracción al presentar unos estatutos que no han sido votados en ningún Congreso ni debatidos por parte de la militancia. Estos estatutos presentados son más propios de una sociedad mercantil que de una organización comunista, y tienen como objetivo presentarse ante el estado como una organización mansa que no pone en peligro sus intereses de clase y por tanto, ganar puntos para mantener las siglas.
Ya desde el inicio vemos como en la definición de los CJC dejan totalmente al margen los principios por los que se rige (“ Los CJC se rigen por el centralismo democrático, usando el marxismo – leninismo, ciencia materialista y dialéctica, para analizar, conocer y transformar la realidad…”), la propuesta estratégica (“ la dictadura del proletariado, base para la construcción del Socialismo y Comunismo en España”) o su vinculación con el PCPE, partido por el que fue creado y el que dirige su estrategia política.
Por otro lado, se hace una exposición de las actividades, en el que queda clara la intención de dejar a los CJC en un reducto de actividad estudiantil y de MOS, dejando al margen el resto de frentes en los que la juventud de extracción obrera y popular se organiza para hacer frente a las distintas formas de explotación a las que no se somete el sistema capitalista, como pueden ser el feminista, el antiimperialista o el ecologista.
Al tratar los distintos órganos, es chocante ver como una organización que se reclama heredera de las mejores tradiciones de lucha comunista, cambia por Asamblea General y Junta Directiva los órganos políticos de los que se compone cualquier organización comunista como son el Comité o Consejo Central y el Secretariado. Como comentábamos al principio del artículo, es más propio de una empresa privada que de una organización revolucionaria.
Lo mismo podemos observar al sustituir la figura del/la militante por la de mero “socio”, como si de un asociación de juegos de mesa estuviésemos hablando. La figura del/la militante diferencia a una organización de otra. En los partidos de la socialdemocracia existe la figura del/la afiliada, con una función prácticamente recaudativa, no son personas que construyan el partido desde la base, debatan y estudien la línea política de su partido, participen activamente en sus actividades o participen en los frentes de masas organizando a la clase trabajadora en la lucha por el poder obrero.
Todo esto deja muy claro en su perfil y nos abre bien los ojos para en el futuro no cometer los mismos errores, y convertirnos de verdad, en la Juventud Comunista que el PCPE necesita y que la clase obrera y los estudiantes de este país merece.
CED – Juventud del PCPE
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