La burguesía ha sido incapaz de dotarse de un gobierno que gestione sus intereses
Los resultados de las pasadas Elecciones Generales del pasado 20D permitían distintas opciones de gobierno, todas ellas válidas para la burguesía española; ya fuera en su versión neoliberal, o en su variante socialdemócrata, e incluso la opción de la “gran coalición”. Ninguna de ellas se ha materializado y al sistema no le queda otra salida que convocar nuevas Elecciones Generales.
Este fracaso de la burguesía -que también es un fracaso personal de quien hoy usurpa la Jefatura del Estado, que ha intentado hasta en tres ocasiones dar salida a esta situación- pone de manifiesto, una vez más, la dimensión de la crisis que afecta a las clases dominantes en España, una crisis que llega hasta el extremo de no conseguir sostener ni sus más elementales mecanismos de legitimación social.
PP, PSOE, CIUDADANOS, IU y PODEMOS, junto a otros, han expresado con reiteración su disposición a participar en la formación del gobierno que necesita el capitalismo español. Ninguna de esas opciones ha cuestionado el orden vigente de dominación de clase, en sus líneas fundamentales. Quienes tienen un actitud más demagógica a lo más que llegan es a proponer ciertos retoques para tratar de darle al capitalismo un rostro más humano.
Si no se ha llegado a un acuerdo para formar gobierno es porque los cálculos electorales de dichos partidos han condicionado en su totalidad las negociaciones -nadie cede a favor de nadie-, y porque las clases dominantes, en su crisis, no disponen de la capacidad coercitiva que les permita controlar el camino hacia la solución de sus necesidades políticas.
En una coyuntura política marcada por la continuidad de la crisis capitalista, donde los datos macroeconómicos (PIB) continúan evolucionando a la baja, y los datos del déficit y la deuda siguen en línea ascendente -la UE exige un nuevo ajuste de 4.000 millones de euros-, la burguesía enfrenta enormes dificultades.
Pero es la clase obrera española la que está pagando todos los días las consecuencias de la imposibilidad que tiene el sistema capitalista para resolver esta crisis. Se deterioran las condiciones de vida y de trabajo de la gran mayoría social, continúa el paro en cifras de varios millones, se reduce la esperanza de vida de los sectores populares, se deterioran los servicios públicos privando de atenciones básicas a millones de personas, las más vulnerables. La juventud obrera ha perdido una generación completa, que no encuentra ninguna salida para su futuro. En muchos aspectos, la sobreexplotación y la pobreza afectan especialmente a la mujer trabajadora.
La repetición de nuevas elecciones no garantiza al capitalismo español un resultado más favorable, que le permita formar gobierno.
Y, además, la clase obrera no puede esperar soluciones mágicas de esa nueva convocatoria para la defensa de sus intereses. Los programas serán los mismos y, de nuevo, estarán marcados por la sumisión versallesca al dictado de los monopolios, tanto en el caso de las fuerzas liberales como de las socialdemócratas.
El PCPE concurrirá a esta nueva batalla política con todas sus fuerzas para ofrecer a la clase obrera una salida que tiene como ejes centrales el poder obrero y la construcción de la sociedad socialista. Porque en el capitalismo no hay ninguna solución para la clase obrera.
En España no hace falta un cambio, lo que hace falta es una revolución.
La clase obrera en el poder, construyendo un nuevo sistema político que ponga al servicio de la mayoría social el inmenso desarrollo de las actuales fuerzas productivas en España -que hoy el capitalismo mantiene paralizadas-, es la única alternativa que puede terminar con la actual crisis capitalista, llevándola a un desarrollo superior, con el inicio del proceso hacia la construcción de la sociedad socialista y el comunismo. Una sociedad de personas libres e iguales.
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