En el día de hoy 29 de agosto, a través de un comunicado, diversos comandantes de las FARC-EP que en su momento firmaron el Acuerdo de Paz de La Habana con el Estado colombiano, han anunciado su intención de continuar la lucha por la paz, por el único camino que la oligarquía les ha dejado, el regreso a la lucha armada de las FARC-EP. Entre el grupo de guerrilleros que retoman las armas están el que fue jefe del equipo negociador y número dos de la guerrilla, Iván Márquez; y Jesús Santrich, quién consiguió escapar de un montaje del Estado colombiano y la DEA estadounidense con el fin de extraditarlo a los Estados Unidos.
Desde la práctica coherente del internacionalismo proletario, igual que en el 2012 reconocimos el esfuerzo de la insurgencia por conseguir una salida negociada que superara el enfrentamiento armado, hoy respetamos la decisión de quienes dan por traicionado el acuerdo de paz y deciden, desde su soberanía, retomar el camino de la insurrección armada y popular. En el mismo sentido, respetamos la posición de quienes insisten en el camino de la legalidad y que han cumplido el acuerdo de paz a pesar de que la otra parte, el gobierno colombiano, lo ha vulnerado permanentemente.
El Estado colombiano, una vez desarmada la guerrilla, y a través de un plebiscito tramposo, desnaturalizó lo acordado entre las partes en conflicto, cambiando sustancialmente lo firmado, e incumpliendo los aspectos fundamentales del mismo. Nada queda del punto agrario, de la sustitución voluntaria de cultivos, de las circunscripciones electorales para las víctimas del conflicto armado. La jurisdicción especial para la paz, que, como mecanismo de justicia transicional debía abarcar a todos los actores del conflicto, hoy es una caricatura de lo pactado. Cientos de prisioneros de las FARC-EP siguen encarcelados, Simón Trinidad sigue en una mazmorra gringa. De los millonarios fondos para el postconflicto, nadie sabe qué sucedió. Mientras, el asesinato sistemático de líderes sociales y exguerrilleros no cesa, más de 500 y 150 respectivamente, en lo que ha corrido desde la firma del acuerdo. El montaje de la DEA contra Santrich y la operación militar contra Iván Márquez y otros comandantes, suman a este desolador panorama, zozobra e incertidumbre.
La oligarquía colombiana ha traicionado nuevamente los anhelos de paz del pueblo colombiano. Se ha demostrado que su único interés era desarmar a la guerrilla sin tocar ni un solo resorte que cuestionara su poder y permitiera una mínima apertura democrática y un mínimo de soberanía.
Colombia hoy es el portaviones guardián del imperialismo norteamericano y europeo en la región. Mientras en España se cierran minas de carbón, Europa se llena de carbón colombiano fruto de la destrucción de amplios territorios y del despojo y aniquilamiento de comunidades enteras. La agroindustria despoja a los campesinos de sus tierras, dejando al país sin la más mínima soberanía alimentaria, la minería de las grandes multinacionales, el fracking, la deforestación y la ganadería extensiva destruyen el territorio y son el origen de un genocidio contra comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. Colombia, como principal productor de cocaína bajo el control de la DEA, aumentó exponencialmente la superficie de cultivo de hoja de coca en ausencia de las FARC-EP de los territorios, lo que demuestra que Colombia es un narco-estado. El 85% de la población sobrevive con menos de 400 euros mensuales, las grandes urbes hacinan a millones de personas en interminables cinturones de miseria. Hoy Colombia es una gran hacienda de la que imperialismo expolia sus recursos naturales, obtiene la droga que necesita y es una gran base militar para controlar la región.
El régimen colombiano es uno de los actores principales de la agresión contra la República Bolivariana de Venezuela, introduce paramilitares que ejercen el sicariato político en la hermana república, a la vez que se configura como la base desde dónde se amenaza con una agresión militar.
En esta coyuntura, el PCPE y la JCPE enviamos un fraternal saludo solidario e internacionalista a las FARCP-EP, y al conjunto del pueblo colombiano y a sus diversas expresiones sociales y políticas que luchan por una nueva Colombia soberana e independiente.
Madrid, 29, de agosto, 2019
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