La posición básica del PCPE para la campaña de las europeas, resumida en la consigna “Por la salida del euro, la UE y la OTAN”, tiene una profunda carga ideológica sobre la que no hemos dejado de insistir en los últimos años.
Esta consigna, que por sí sola tiene un fuerte componente de provocación un momento en el que los aparatos ideológicos y políticos burgueses se ponen en marcha para pregonar de nuevo las supuestas bondades de la alianza imperialista de Estados que es la UE, no cobra pleno sentido si no es acompañada por la expresión que la completa y le confiere el impulso revolucionario: “¡Todo para la clase obrera!”.
El eje central de la propuesta política del PCPE se coloca en la salida del euro, la UE y la OTAN porque el PCPE quiere que toda la riqueza producida por el conjunto de la clase obrera de nuestro país sirva para cubrir las necesidades de todo el pueblo trabajador y no para engordar las arcas de unos pocos burgueses y oligarcas.
Con el euro, la UE y la OTAN sabemos que ello no será posible. Somos plenamente conscientes, y luchamos por extender esta idea entre las masas trabajadoras, de que estructuras como la Unión Europea o la OTAN, e instrumentos como el euro, fueron concebidos y son utilizados día a día para atentar directamente contra los intereses de la clase obrera y los sectores populares. De ahí que la propuesta revolucionaria se plantee en claves de ruptura, de desvinculación unilateral, de salida, puesto que para avanzar en el desarrollo de las condiciones subjetivas para la revolución en nuestro país es necesario que el sujeto principal del cambio revolucionario, la clase obrera, identifique y categorice correctamente a sus enemigos y las herramientas que utilizan para esclavizarla.
Hemos insistido por activa y por pasiva en que nuestra propuesta se diferencia radicalmente de las posiciones “euroescépticas” de la extrema derecha y las fuerzas nacionalistas. No planteamos salir del euro para volver a la peseta, ni planteamos salir de la UE para privilegiar a una hipotética burguesía nacional por medio de instrumentos de política económica proteccionista. Todo ello supondría seguir jugando bajo las reglas del capitalismo, donde las cartas están siempre marcadas a favor de los capitalistas, vivan éstos en el pueblo de al lado o a 3.000 kilómetros de distancia.
De ningún modo. Nuestra consigna busca plantear con absoluta nitidez que los pueblos de Europa jamás serán realmente libres, en el sentido marxista de la libertad, en tanto no rompan con el capitalismo y con las estructuras creadas por y para los capitalistas. Al mismo tiempo, nuestra consigna busca el objetivo de organizar a cada vez un mayor número de trabajadores y trabajadoras en clave de lucha activa contra las terribles consecuencias que tiene el desarrollo capitalista y que vamos viendo día tras día.
En Europa, capitalismo y Unión Europea van de la mano. Quien quiera creer que la firma de los Tratados que permitieron, a partir de 1953, la libre circulación de carbón, hierro y acero, se realizó pensando en el bienestar de los trabjadores y trabajadoras, debería hacérselo mirar por un especialista. Todos y cada uno de los pasos dados, en distintos momentos y en circunstancias cambiantes, para constituir lo que hoy conocemos como Unión Europea han sido dados con un objetivo fundamental: la creación de un mercado único que debe garantizar las denominadas Cuatro Libertades de la UE: libre circulación de mercancías, trabajadores, capitales y servicios. Es decir: el objetivo fundamental del capital monopolista, que es quien está en condiciones de aprovechar esas “libertades”.
Alguien nos podría decir que no sólo los grandes capitalistas se benefician de esta situación. Pero ello es cierto sólo en parte y lo veremos con un ejemplo: el propietario de un pequeño negocio de fabricación mecánica, con cinco trabajadores asalariados, puede beneficiarse de poder contratar libremente a trabajadores venidos de países, miembros de la UE, en los que la fuerza de trabajo es más barata. Esto puede hacer más “competitivo” al pequeño propietario, que extrae más plusvalía a los trabajadores de su empresa pero, dado su tamaño, lo más probable es que su mercado siga estando restringido al ámbito local, regional o, como mucho, estatal. Siendo esto así, para ese capitalista la posibilidad de vender en mercados como Lituania o Eslovaquia, por ejemplo, no significa mucho, ya que los costes seguramente le supondrán más que los beneficios potenciales. De este modo, esa “mejora en la competitividad” en términos capitalistas, a la que puede aferrarse gracias a las contrarreformas laborales que privilegian al capital frente al trabajo, quizá le permita subsistir durante un tiempo, pero de ningún modo le permitirá competir a la larga con grandes empresas que fabrican a mucho menor coste y cuyas mercancías y capitales circulan libremente por toda la UE. Finalmente, para sobrevivir, se asociará con otros capitalistas en un proceso de concentración o desaparecerá.
Este ejemplo ilustra a grandes rasgos cómo opera el capitalismo y cómo la UE beneficia principalmente al gran capital, a pesar de los repetidos discursos sobre la libre competencia. Ahora bien, queda astronómicamente lejos de nuestra intención el plantear soluciones en beneficio de la libre competencia, pero está claro que una gran parte de los pequeños propietarios, principalmente los autónomos, se ven condenados a la proletarización, a pasar a engrosar las filas de quienes ofrecemos nuestra fuerza de trabajo por un salario. No somos, los y las comunistas, los abanderados de la defensa de la pequeña empresa o de la pequeña explotación, donde la explotación capitalista, siempre que haya trabajo asalariado, se produce independientemente de cualquier otra consideración. Somos, los y las comunistas, quienes le planteamos, al propietario en proceso de proletarización, que debe sumarse a la lucha antimonopolista encabezada por la clase obrera que, con su unidad y claridad estratégica, dirigiendo el Frente Obrero y Popular por el Socialismo, es la única que realmente puede derrotar al gran capital.
Hoy nadie puede discutir que la UE está favoreciendo un fabuloso proceso de concentración y centralización de capital, que busca mejorar la posición relativa de los monopolios con base europea en la lucha descarnada que a nivel internacional se produce por el control de los mercados, las rutas de transporte y las fuentes de materias primas, y bajo esas claves tenemos que trabajar los y las comunistas, sabiendo incorporar a la lucha a sectores no obreros pero objetivamente afectados por el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista.
Existen quienes, ante esta situación, hacen un planteamiento según el cual la Unión Europea puede transformarse, reformarse o refundirse en beneficio de los trabajadores y los pueblos. Incluso plantean en sus programas una especie de retorno a una fase premonopolista del capitalismo. Estas posturas son falaces e idealistas desde su misma base. Lo son porque hacen oídos sordos a la realidad objetiva y a las leyes de desarrollo capitalista. Acusan a “la Troika” de aplicar “medidas neoliberales”, cuando esas medidas, destinadas principalmente a abaratar el precio de la fuerza de trabajo, lo que persiguen es mejorar las condiciones de acumulación capitalista en un mundo marcado por la crisis y la brutal competencia inter-imperialista. ¿De verdad piensan que otro capitalismo es posible dadas las condiciones objetivas hoy existentes? ¿Su objetivo entonces es otro capitalismo, pero capitalismo al fin y al cabo?
El gran capital arremete brutalmente contra la clase obrera y los sectores populares; por medio de la unidad monetaria (el euro) controla que el proceso se realice sin sorpresas y mediante el recurso a la guerra imperialista (por medio de la OTAN) trata de hacer valer sus intereses de forma violenta cuando el resto de vías de presión se han vuelto ineficaces.
¿Cómo no vamos a hacer bandera, por tanto, de la desvinculación del euro, la UE y la OTAN? Una desvinculación a la ofensiva, en el marco de un proceso de derrocamiento del poder burgués; primero, en nuestro país, para lo cual es necesario un proceso de acumulación de fuerzas y de elevación del tono y la orientación de las luchas parciales hasta que madure el factor subjetivo de la revolución y donde la clase obrera sea actor y motor de ese derrocamiento, acompañada por otros sectores sociales a quienes el gran capital convierte en sus enemigos; en segundo lugar, a nivel europeo, con el sucesivo debilitamiento de las estructuras imperialistas cuando el resto de secciones de la clase obrera logren los mismos objetivos revolucionarios.
Defender hoy la salida del euro, la UE y la OTAN como lo hace el PCPE significa defender un proyecto político, social y económico en el que las escuelas y los hospitales no estén amenazados de clausura, en el que los derechos democráticos, sociales y laborales no se discutan y donde las necesidades de toda la población estén cubiertas al ser la clase obrera la dueña de la riqueza que produce. Bajo el capitalismo, se pinte como se pinte, eso jamás estará garantizado.
¡Todo para la clase obrera!
Ástor García
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