La regulación del aborto, desde el poder burgués, se ha utilizado para incrementar la fuerza de trabajo disponible para ser explotada, como mecanismo de defensa de la propiedad privada y también como dominación ideológica de toda la clase obrera a través del cuerpo de la mujer, como sucede en la actualidad. Por eso en el marco de la crisis sistémica actual las regulaciones sobre el derecho al aborto muestran con claridad la alianza patriarcal existente entre las políticas capitalistas y el fundamentalismo religioso.
La maternidad ha sido siempre una imposición, tanto desde la superestructura ideológica como desde las regulaciones establecidas en leyes diversas, y consecuencia de ello en ninguno de los casos de la historia reciente (supuestos o plazos) se ha planteado la despenalización total del aborto, su salida del Código Penal. Ni con la Ley de supuestos ni con la ley de plazos. En ninguna de ellas hay libertad de decisión tanto por los “períodos de reflexión” que se imponen como por las objeciones de conciencia de quienes trabajan en la sanidad pública que obliga a las mujeres a acudir a clínicas privadas; una nueva discriminación a la mujer con menos recursos. Y por supuesto dejando de lado la salud sexual y reproductiva de la mujer, concebida ésta como un derecho en el ámbito de la sanidad pública y gratuita, con amplias prestaciones de anticonceptivos, centros de planificación familiar y educación sexual, para convertirla en unos lucrativos negocios privados.
Ahora se prepara desde el gobierno una proposición de Ley Orgánica, para tramitar de modo rápido, que contiene una modificación del artículo relativo a las mujeres entre 16 y 18 años que necesitaran expresamente el consentimiento de sus progenitores para interrumpir un embarazo no deseado y judicializándose aquellos casos de conflicto. Dado que estadísticamente las menores que abortan sin consentimiento suponen un porcentaje exiguo del total (un 0,44%) y que suele deberse a casos de violencia familiar o padres maltratadores, el objeto de esta reforma que lleva el pomposo nombre de “Ley orgánica para reforzar la protección de las menores” más parece ir encaminada a contentar a ciertos sectores ultra católicos de la oligarquía, aunque eso suponga castigar a las menores en una situación más vulnerable, que a la aludida protección. Típica y actualizada hipocresía de la moral burguesa, que provoca un doloroso recuerdo de orfanatos y reformatorios donde se castigaba a los hijos e hijas de la clase obrera.
Impedir que las menores puedan decidir por sí mismas en casos de IVE y dejar la resolución de los casos discrepantes en un procedimiento judicial, donde en la práctica y dadas las dilaciones existentes en la administración de justicia el cumplimiento de los plazos previstos para los abortos puede devenir en algo imposible, es obligar a las más jóvenes a una maternidad forzosa donde el abandono de los estudios será casi el camino más probable, así de paso serán mano de obra más barata a la que explotar más y mejor.
No es la tendencia del decrepito sistema la de garantizar la salud si no la pagas, tampoco que las mujeres, en especial las jóvenes, decidan sobre sus cuerpos si no tienen dinero para comprarse ese derecho. Así, el precio de los anticonceptivos se aleja bastante de estar al alcance de las trabajadoras y de sus hijas, la atención ginecológica ha ido desapareciendo de las prestaciones del sistema público, o prestándose muy deficientemente y La salud sexual y los derechos reproductivos están concebidos como un negocio en las sociedades capitalistas, y en estos momentos de crisis estructural, no serán las mujeres de la clase trabajadora y de las capas populares quienes tengan facilidad para acceder a ellos.
La única salida para las mujeres explotadas, las mujeres de la clase obrera, es la unidad en torno a un proyecto clasista que integre las reivindicaciones del feminismo de clase. Nunca los derechos afectivos, los derechos sexuales, el derecho al aborto, la autonomía sobre el propio cuerpo tendrán cabida en el capitalismo decadente, que es el único posible hoy. Así como tampoco se derrotará al patriarcado sin vencer al sistema capitalista.
4 de marzo del 2015
CE del PCPE
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