El aniversario de la proclamación de la Constitución monárquica de 1978 viene a enmarcarse en esta ocasión en precampaña electoral, dejando todavía si cabe más al descubierto la victoria de la burguesía sobre la clase obrera que supuso la llamada Transición española, mutando la anterior forma de dictadura del capital bajo el franquismo a una nueva dictadura bajo la forma de monarquía parlamentaria. Se daba continuidad así a la dominación del capitalismo y a la continuidad de la explotación que habría garantizado el franquismo en el período anterior. Esta operación cosmética dejó inalterados los elementos de dominación: cuerpos represivos que no respondieron por sus crímenes, fortunas ganadas del expolio a las republicanos y republicanas, la judicatura, la Iglesia y, en definitiva, dejó refrendados todos los intereses del capital monopolista, que en ese momento se servían mejor desde la democracia burguesa.
El PCPE, y también los CJC, hemos denunciado siempre la Transición como una traición a los intereses de la clase obrera y los sectores populares, donde la participación de las fuerzas oportunistas fue esencial para garantizar el éxito de la misma. Y, ahora, denunciamos también el proceso de Segunda Transición abierto por el mismo bloque dominante frente a la profunda crisis capitalista que no es capaz de resolver, que pretende buscar legitimación y amparo en nuevos consensos que perpetúen los privilegios de su dominación. Las fuerzas que se denominan progresistas y de izquierda, que en este proceso están defendiendo los intereses del bloque oligárquico-burgués vuelven nuevamente como antaño a contribuir al engaño de los explotados, de las capas populares y de los más desfavorecidos. Esas fuerzas no defienden los intereses de la clase obrera, defienden los intereses de la burguesía como colaboradores necesarios, creando la ilusión de que los trabajadores y las trabajadoras tenemos alguna intervención en sus Instituciones.
Desde sus Instituciones, y desde sus instrumentos de poder, la crisis capitalista se gestiona de la misma forma. El capitalismo no da respuesta a las necesidades más básicas de la clase obrera y los sectores populares; al contrario, destruye todos nuestros derechos para aumentar sus beneficios, reduciendo salarios de forma general -pero especialmente a jóvenes y mujeres trabajadoras-, abaratando y facilitando el despido, eliminando o recortando sanidad, educación, derechos sociales ganados con el esfuerzo y la lucha de la clase obrera. Al mismo tiempo subiendo astronómicamente la luz y el gas, y permitiendo su desabastecimiento a las familias con dificultades, desahuciando a las personas con menos recursos; todo ello en beneficio de los grandes monopolios. En el plano político recortando libertades que nunca tuvieron un contenido real en la democracia burguesa, como la Ley Mordaza y la reforma del Código Penal. Todo ello al amparo de la Constitución monárquica como estructura legitimadora para cometer todas estas tropelías contra el pueblo y la clase obrera.
Nunca esta Primera Transición reconoció el derecho de autodeterminación de los pueblos, en un Estado plurinacional como el español. Respondiendo siempre con la violencia y la represión a quienes, especialmente desde Cataluña y Euskadi, han luchado por avanzar en el objetivo del ejercicio de este derecho.
Vivimos en la etapa histórica de transición del capitalismo al socialismo, en la que se han de dar las importantes revoluciones socialistas que lleven a la clase obrera al poder. Ya se acabó el tiempo del avance de reformas democráticas dentro del capitalismo. Después de los atentados de París se expresa en los gobiernos europeos su deriva hacia formas propias de una dictadura militar-policial. Se agudiza la lucha de clases- Nuestro objetivo hoy es la República Socialista de carácter Confederal, a través de una amplia lucha de masas y de la construcción del poder obrero.
El poder obrero que nacionalizará los sectores estratégicos como la banca, la energía, las comunicaciones, etc., y que se va organizando día a día y lucha a lucha, que se organiza en los barrios obreros, avanzando en la creación de Comités Populares, que defiendan la vivienda, la educación, la sanidad; se organiza también con los y las estudiantes de extracción obrera y popular, con la mujer trabajadora, en los centros de trabajo con los Comités para la Unidad Obrera. Este amplio y complejo proceso de acumulación de fuerzas articulará una amplia alianza social que se concretará en el Frente Obrero y Popular por el Socialismo que, con la intervención decidida del Partido Comunista, avanzará para poner en manos de la clase trabajadora y de las capas populares la dirección de su propio futuro.
Contra la Constitución monárquica construyamos revolución
Por la salida del euro, la UE y la OTAN
Por el Frente Obrero y Popular por el Socialismo
Por el socialismo y por el Comunismo
Por el derecho de autodeterminación de los pueblos
Por la República Socialista de carácter Confederal
TODO PARA LA CLASE OBRERA
SI TODO LO PRODUCIMOS, TODO LO DECIDIMOS
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