El funcionamiento del capitalismo es bien sencillo una parte de la población, (la clase obrera), produce la riqueza que otros acumulan (los burgueses).Para esto los sucesivos gobiernos lacayos ejecutan las medidas necesarias, cargando sobre las espaldas de la clase obrera, como no puede ser de otro modo la salida de su crisis.
Se imponen las políticas de recorte, la reducción de los salarios y las privatizaciones masivas. Se trasvasa masivamente fondos públicos a la propiedad privada capitalista. Se recortan las prestaciones por desempleo para destinarlas a financiar a la banca en quiebra. Se expropia a la clase obrera de todos sus bienes, especialmente la vivienda.
Paro, pobreza, desahucios, suicidios, desnutrición infantil…son las consecuencias de las condiciones a los que se somete al pueblo trabajador, para que la parte de la sociedad parásita – la oligarquía – pueda seguir aumentando su tasa de ganancia.
En Alicante los datos no dejan ninguna duda, barrios con más del 40% de parados, desde que se inició la crisis año 2007, hay 29.928 parados más exactamente 49.517 La tendencia no es a la recuperación del empleo perdido en la crisis, sino a su precarización. En abril, los contratos temporales en L’Alacantí ha sido el 91,2%, frente al 8,8% de contratos indefinidos.
430 desahucios el año pasado, pensiones de menos de 500 euros, niños desnutridos que se desmayan en las aulas, miles de personas paradas sin prestación de desempleo, dependientes de los servicios sociales o la caridad, comercios cerrados, chabolismo, mendicidad, campamentos de los sin techo junto al Rico Pérez…y más terrible todavía son los suicidios que no paran de aumentar y que los organismos oficiales se niegan a contabilizar.
Y en este escenario desde el reformismo proponen la elaboración de un plan contra la pobreza y la exclusión, uniendo esfuerzos de la ciudadanía. Con planes que no son más que migajas, ofreciendo una infima parte de la riqueza que genera la clase obrera, para no ofrecer el todo.
La nueva socialdemocracia pretende sustituir a la vieja socialdemocracia, y descubren sus intenciones reales con declaraciones como las realizadas para El País por Jesús Montero, miembro del Consejo Ciudadano de Podemos y Secretario General del partido en Madrid: “Hay dos culturas empresariales. Una es casta, la otra quiere contribuir al bienestar social, como la familia Botín en el Banco Santander”. (Botín, ese digno representante de la caterva de oligarcas y explotadores , el hombre más rico del cementerio, campeón de la usura y del robo de viviendas a familias trabajadoras).
El dirigente de Podemos confía en la existencia de empresarios “de buena voluntad”. Obviar el carácter de rapiña y robo, de la banca es sencillamente engañar, que es para lo que nació el nuevo partido al servicio de la oligarquía monopolista española.
El banco de la familia Botín, el Santander, fue el que más beneficios obtuvo, 1.717 millones de euros. En relación con el pasado año, durante el mismo periodo, el Santander incrementó sus beneficios en un 32%.
Estos resultados permiten traducir en términos económicos, que la supuesta «buena voluntad» sólo ha afectado a la Gran Banca, mientras el resto de la población continúa sufriendo dramáticamente sus peores consecuencias.
Lo que está viviendo hoy la clase obrera española no es otra cosa que el capitalismo realmente existente en el siglo XXI; capitalismo que nunca podrá ofrecer a la clase obrera más que explotación y miseria, con el robo diario de sus vidas en forma de una mayor e interminable jornada de trabajo.
Nos convencen de que trabajemos más años, mientras mantienen a más del 50% de la juventud en paro. ¿Tienen que trabajar más las personas mayores mientras las jóvenes no tienen trabajo? Esta es la locura a la que nos lleva el capitalismo.
Un tercio de la población joven del país vive en hogares excluidos.
Al mismo tiempo aumentan las personas multimillonarias en nuestro país. Un informe sobre la riqueza en el mundo de 2014 constata que en España se han incrementado en 16.000 las personas que disponen de más de un millón de dólares en activos susceptibles de inversión, llegando a un total de 161.000 personas con dicho nivel de riqueza.
¿Es posible reformar este capitalismo, convirtiéndolo en otro mejor?
No es cuestión de voluntades , sino que son las necesidades internas del sistema de acumulación de capital las que llevan tanto al aumento de la explotación, como al empobrecimiento de la clase obrera, como al enriquecimiento de la oligarquía, como al aumento del gasto militar y a la reducción de los fondos del desempleo, y, finalmente, a la corrupción generalizada de la representación política de la burguesía.
Los sectores populares, en los que se integran cientos de miles de profesionales arruinados, la enorme bolsa de trabajadores autónomos, la juventud de extracción obrera y popular, las mujeres oprimidas, los jubilados y pensionistas empobrecidos, etc., reaccionan desde los barrios populares, desde las calles de nuestros pueblos y ciudades, defendiendo palmo a palmo cada conquista social, defendiendo las condiciones de vida del pueblo.
La clase obrera no puede esperar nada del sistema capitalista.
No hay ningún margen dentro del sistema capitalista para resolver las condiciones de explotación y pobreza de la clase obrera y otros sectores populares.
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