El Foro Contra la Guerra Imperialista y la OTAN saluda a los compañeros del Partido Comunista de los Pueblos de España y agradece su iniciativa de realizar este acto conmemorativo y su generosa invitación a que participemos en él. Deseamos contribuir a la reflexión crítica sobre la vigencia de la Revolución de Octubre, planteando las siguientes dos ideas:
La primera, que la Revolución de Octubre es el punto de ruptura histórico a partir del cual la idea de revolución adquiere el significado que, desde entonces y hasta el día de hoy, le damos quienes nos declaramos revolucionarios. Mucho más que la Revolución Francesa y consolidando el precedente de la Comuna de París, la Revolución de Octubre establece definitivamente un horizonte de emancipación común a toda la humanidad que sigue teniendo vigencia porque sigue siendo anhelado. Es un horizonte en el que los hombres y mujeres se liberan del trabajo alienado, de la explotación y de la servidumbre y se organiza para defender su autonomía y su interés de clase.
La segunda idea es que, del mismo modo que la sociedad industrial disuelve los vínculos sociales tradicionales pero abre la puerta a la solidaridad obrera y al movimiento socialista, la Guerra Mundial, provocada por el imperialismo de hace un siglo, diezmó a la clase trabajadora, pero abrió la puerta al internacionalismo de clase y al proyecto de una revolución proletaria mundial.
El propósito de poner fin a la explotación del trabajo y a la servidumbre, y el espíritu de fraternidad y solidaridad que une a todos los pueblos del mundo en su lucha internacionalista contra el dominio imperialista, son las dos riendas que embridan la Historia y que tenemos que tomar una vez más en nuestras manos. Aunque tal vez fracasemos. Porque a veces hay que perder una batalla para poder ganar la guerra. Eso también nos lo enseña la experiencia histórica de la Revolución de Octubre.
El Foro Contra la Guerra Imperialista y la OTAN, desde sus trincheras, desea manifestar su compromiso con la lucha revolucionaria, que es decir también, frente a la guerra-mundo que despliega el imperio en contra de la mayoría de la humanidad, a la que considera desechable.
La lógica de la acumulación capitalista determina la expansión imperial, con independencia de la voluntad de los actores históricos concretos. Y la enorme crisis económica, que revela las contradicciones inherentes al capitalismo, es también aprovechada por los poderosos para imponer soluciones a su medida.
Al interior del imperio, la crisis se manifiesta con un aumento de la desigualdad, en el recorte de los servicios públicos, en los ataques a los derechos y libertades, en el aumento de la represión y la militarización y, finalmente, en el auge de los movimientos fascistas.
Pero al exterior, la guerra es el acompañante histórico de la crisis, al imponer por la fuerza la ocupación de territorios estratégicos o ricos en materias primas, la apertura de rutas comerciales, la conquista de mercados y el freno a la expansión de los competidores.
La guerra imperialista es pues la respuesta básica a las crisis capitalistas, que se manifiesta de una u otra forma según el escenario que consideremos.
“Estamos en guerra” no es un mero aserto contundente y gratuito; es una realidad incuestionable, aunque los frentes de batalla más cruentos se muestren fuera de nuestras fronteras; estamos en guerra porque sufrimos enormes retrocesos en nuestras condiciones vitales y porque nuestro estado es un actor principal de la guerra contra otros pueblos.
Es la Guerra-Mundo, que adopta formas más o menos encubiertas o tecnificadas, dependiendo del escenario. Una guerra desatada por la coalición imperialista occidental, liderada por los EE.UU. que trata de imponerse a países, regiones o pueblos por cualquier medio económico, político o militar, a través de su principal instrumento, la OTAN, que se extiende ya hasta Colombia.
La clase trabajadora ha desarrollado, al interior del estado español, multitud de formas y expresiones de resistencia frente a las agresiones del capital. Sin embargo, por el momento aparecen como luchas dispersas y sin un horizonte claro. Debemos advertir, sin embargo, de que ningún movimiento que se declare transformador, lo es realmente si no incluye en su lucha el antimperialismo, el internacionalismo y el antifascismo, recuperando la noción integradora de la utopía socialista como el horizonte a conquistar.
Cada movimiento de resistencia tiene características, dificultades, acumulaciones históricas y condicionamientos específicos, al mismo tiempo que existen rasgos y necesidades comunes a todos ellos que pueden ser fuente de la multiplicación de la fuerza y el potencial de cada uno, si somos capaces de desarrollar la cooperación y el internacionalismo.
Como demostró la historia, solo la unidad de las Repúblicas Socialistas en un estado plurinacional, como agregado de tres federaciones previamente existentes que compartían su vocación liberadora de las clases oprimidas, fue capaz de enfrentar el desafío imperialista para constituirse en una potencia mundial que ponía en riesgo el des-orden capitalista a nivel planetario.
Recordemos hoy las apremiantes palabras del Che Guevara, a los 50 años de su paso a la inmortalidad, cuando abogaba por la revolución en el contexto de lo que el llamaba “Nuestra Mayúscula América”: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica”.
Sólo la concentración de fuerzas puede sentar las bases desde las que tener una incidencia real. Por tanto, hacemos desde esta tribuna un llamamiento a la consolidación de un poderoso frente antiimperialista, en el que venimos trabajando desde hace un tiempo y que honre la memoria de los que nos precedieron en la lucha y que traiga a nuestros días, cien años después de la gloriosa Revolución de Octubre, la ineludible unidad de clase de los pueblos del mundo para su liberación efectiva.
La unidad antiimperialista no es suficiente para alcanzar la emancipación de la clase obrera; pero es una condición necesaria, ineludible, para sustentar los avances que los distintos movimientos de liberación han ido construyendo trabajosamente por su soberanía y que se enfrentan hoy a la más virulenta ofensiva de las fuerzas del capital, así como para alentar nuevas formas y escenarios de lucha que necesariamente se han de producir. De su supervivencia depende hoy la de todo un proyecto de emancipación de la humanidad.
Como dijera Rosa Luxemburgo, no hay alternativa: ¡Socialismo o barbarie!
Comentarios recientes