El contagio del virus del Ébola por parte de una trabajadora del Hospital Carlos III de Madrid, después de haber atendido a los religiosos que fueron repatriados desde África gravemente enfermos por este peligroso virus, ha puesto de crudo manifiesto varias verdades sobre la naturaleza de un gobierno y de un sistema absolutamente inhumanos.
La extensión fuera de control de una epidemia vírica extremadamente grave, que a día de hoy ha dejado en el continente africano más de 4000 fallecidos y amenaza con la posibilidad de expandirse a todo el planeta, pone una vez más de manifiesto que bajo el capitalismo toda la Humanidad está en riesgo. De nuevo África, el continente más criminalmente explotado por el capitalismo, padece las consecuencias de un sistema económico que sume a la mayor parte del planeta bajo condiciones de miseria absolutamente dramáticas.
En lo que concierne a la gestión en España de los primeros enfermos y de la crisis actualmente desatada, se pone de manifiesto que mientras no hay de por medio una explotación económica que ofrezca cuantiosos beneficios, al capital ni le interesa ni es capaz de gestionar con éxito ninguno de los problemas que puedan afectar a la sociedad.
Ha quedado trágicamente de relieve que la ofensiva del capital –gestionada en estos últimos años por los gobiernos del Partido Popular y auspiciada por la mayoría de los grupos del espectro parlamentario, especialmente desde la aprobación por mayoría absoluta de la Ley 15/97, garante de los procesos de privatización del sistema público de salud–, que ha consistido entre otras medidas en el desmantelamiento de algunas de las conquistas históricas de derechos de la clase obrera y los sectores populares, como la educación y la sanidad públicas, tiene sus consecuencias. Han sido los recortes en materia de sanidad –despidos y bajadas salariales, desmantelamiento de instalaciones, falta de recursos materiales, fin de ayudas a la investigación– y los procesos de privatización –particularmente agresivos en la Comunidad de Madrid– los que han sido causa y base para que nos encontremos en la situación actual: con el serio y real riesgo para la salud pública de una posible epidemia de uno de los virus más peligrosos que existan.
Percibido con especial sensibilidad e indignación por todos los/as trabajadores/as en este caso, queda al descubierto el más realista rostro del capitalismo. La estrategia de criminalización de Teresa Romero –la auxiliar de enfermería contagiada mientras hacía su trabajo– que se está llevando a cabo por parte del Ministerio de Sanidad y en especial de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha alcanzado las más altas cotas de miserabilidad que el pueblo trabajador puede recordar en los últimos años.
Ante una situación de crisis que afecta a la salud pública, consecuencia sabida y probada de la propia avaricia e incompetencia del sistema, se recurre una vez más a culpar a los trabajadores y trabajadoras de tal situación. El capital demuestra que, con tal de salvar su situación de crisis extrema, no le importa lo más mínimo cuál sea la táctica a llevar. Ni la mentira, ni la más absoluta falta de dignidad y respeto, ni el más cobarde y miserable de los comportamientos le son obstáculo para mantener su dominio.
El PCPE y los CJC, queremos, primero de todo, mandar un extenso abrazo a Teresa, la trabajadora sanitaria que está en grave riesgo en estos momentos. Teresa es una víctima en todos los sentidos de este sistema criminal. Y por consiguiente, se nos vuelve necesario recordar solidariamente la labor de los/as trabajadores/as de la sanidad pública, especialmente de Madrid, que son ejemplo de lucha por una sanidad pública, gratuita, universal y de calidad.
Dentro de este sistema, dentro del capitalismo, no hay otra salida para el pueblo trabajador que esta barbarie cada día más acostumbrada. Nos explotan en los centros de trabajo, donde tenemos que ganarnos un salario insuficiente cada vez en peores condiciones, nos niegan derechos de todo tipo, nos conducen a la guerra, nos exponen a la enfermedad. Y a pesar de todo, tenemos que aguantar un discurso que nos culpabiliza de todo.
Dentro del capitalismo no hay salida para los trabajadores. Mientras en España se desmantelaba el Hospital Carlos III –único preparado para enfermos altamente contagiosos–, en Cuba se estaba formando a cientos de doctores/as que fueron enviados antes que desde ningún otro país del mundo a África para ayudar a combatir el Ébola. Esa es la diferencia entre el capitalismo y el socialismo, entre un sistema donde lo único que importa son los beneficios empresariales y otro donde lo que importa son las condiciones de vida y salud de las personas.
La crisis del Ébola es una consecuencia más de la crisis del capitalismo, y no se resuelve con la simple dimisión de una Ministra o de un Consejero. Esta crisis solo se resolverá en la medida que se genere un amplio frente clasista, obrero y popular, que se organice para poner fin al capitalismo, origen de todos los males que aquejan hoy a los trabajadores y trabajadoras del mundo.
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