Hace casi dos años que el edil de Alcorcón, David Pérez (PP), hizo unas declaraciones que estos días están saliendo a la luz, llamando a las mujeres feministas «a veces» mujeres «frustradas», «amargadas», «rabiosas» y «fracasadas como personas». No se trata de unas declaraciones desafortunadas ni de un despiste del cual se pueda salir sin más pidiendo perdón. Ya sabemos cómo piensa este alcalde porque, como es su condición, la de su partido y la de la clase que representa, es la voz del Capital y ataca todo aquello que pueda poner en riesgo su hegemonía.
A David Pérez le salieron de muy adentro estas declaraciones contra las mujeres trabajadoras que luchan por sus derechos, como a la patronal cuando arremete rabiosamente contra la clase trabajadora que no se arrodilla ante sus ataques sistemáticos, o contra los estudiantes que luchan por una educación pública, de calidad, gratuita y al servicio del pueblo. Por tanto, no se trata solamente de unas declaraciones machistas dirigidas exclusivamente a las mujeres feministas, sino de un ataque más contra el conjunto de la clase obrera.
A este alcalde, al Capital, bien le gusta que las mujeres estén en casa «en sus labores», con telebasura y se asocien sólo en asuntos religiosos, al igual que los hombres, que tampoco deben meterse en nada que les haga pensar y les muestre la salida organizada a los problemas que les rodean a ambos, como la precariedad laboral, el paro, la represión y un sinfín de dificultades con las que tienen que enfrentarse día a día. Para sus hijos también hay un amplio mundo de colorines que les intenta mantener alienados, pero que más pronto que tarde se convierten en alhajas con dientes y se encuentran con la cruda realidad del sistema mercantilizado en el que vivimos.
Lucha feminista, trabajadores y trabajadoras en huelga, manifestaciones, estudiantes en la calle, etcétera, nos demuestra que la lucha de clases existe, es real y no son, como nos quieren hacer creer, problemas aislados que el mismo Capital revestido de democracia burguesa va a solucionar.
Las y los comunistas sabemos muy bien que sólo uniendo las luchas, elevando nuestra conciencia y plantando cara de una forma organizada y en una única dirección, podremos hacer frente a quien nos quiere someter eternamente y doblegarnos para siempre. De nosotros y nosotras depende nuestro propio futuro en la sociedad nueva, que no puede ser otra que el Socialismo, donde no tendrán lugar este tipo de declaraciones de un alcalde que no sólo arremete contra las mujeres feministas, sino contra la totalidad de la clase obrera.
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