Los Estados Unidos de Europa serán imposibles, o serán reaccionarios
Lenin
En estas fechas, en que el debate sobre la UE adquiere una especial actualidad, debido a la campaña electoral al Parlamento Europeo; y donde el PCPE se presenta con su avanzada propuesta de “SALIDA del euro, la UE y la OTAN”, podemos dirigir una mirada hacia el futuro, en un supuesto escenario de que la clase obrera española -y de otros países europeos- no consiguiera, en un próximo futuro, derrotar a esta alianza interestatal imperialista. Ello nos puede ayudar a una mejor comprensión de la naturaleza irreformable de la misma, y del carácter idealista de quienes hoy llaman al voto prometiendo una “Europa social”, y otras milongas similares.
Una primera cuestión: la UE no es un proyecto de modernización de las estructuras del capitalismo europeo, que pudiera revertir hacia un mayor bienestar de las capas populares en general; “de la gente”, que dirían algunas de las candidaturas en liza.
La UE es el proyecto de superestructura política que necesita el capital, en su proceso de desarrollo histórico como capital monopolista -impulsado por las leyes del desarrollo capitalista-, que tiende a la liquidación de la libre competencia de su etapa primera, y que instaura la dominación -cada vez más absoluta- de su fracción más altamente concentrada y centralizada.
En su condición de superestructura, que responde a una base material concreta -la del capitalismo desarrollado-, este proyecto político, económico, cultural, militar, etc., solo puede desarrollarse en correspondencia lógica con la misma evolución de la base material que le da vida.
Y esa base material no es otra que la altísima concentración y centralización del capital en manos privadas, las de los grandes monopolios.
Entonces ¿hacia qué futuro caminará esta alianza imperialista interestatal?. Sencillo, no puede caminar en otra dirección que la misma que sigue su base material.
Y, ¿cuál será la forma que tomará en el futuro esa base material? El proceso de concentración y centralización del capital es una ley imparable de la formación capitalista. Aunque algunos estados mantienen, a día de hoy, incluso algunas leyes antimonopolios y/o instituciones que vigilan los altos procesos de concentración de poder económico en ciertos sectores -obligando a veces a procesos de desinversión o segregación en los grandes grupos económicos-, la realidad es que ese proceso de evolución monopolista de las distintas fracciones del capital es un proceso imposible de contener, pues atentaría contra la misma lógica interna del sistema capitalista. Por ello los grandes grupos monopolistas sortean con mil artimañas estas leyes antimonopolios, trapichean con los diversos nombres que adoptan sus sociedades, realizan ingeniería contable en las empresas asociadas en los oligopolios, y presionan para la derogación o inaplicación de estas leyes pretendidamente antimonopolistas.
Por tanto, en el capitalismo del próximo futuro, continuarán los procesos de monopolización del capital.
Aceptemos este punto de partida para, a continuación, preguntarnos por las implicaciones que este proceso tendrá para la clase obrera y los sectores populares de los distintos países integrados en esta cárcel de pueblos que es la UE.
El proceso de concentración y centralización del capital lleva de forma inherente a la liquidación progresiva de la propiedad no monopolista. Un imparable proceso de expropiación que dejará en la ruina, y sometidos a precarias relaciones salariales, a millones de titulares de pequeñas y medianas empresas.
Ello deriva hacia una estratificación social en la cual, frente a una cada vez más reducida oligarquía, se situará una inmensa base social cada día más explotada y sometida al dictado de los monopolios.
Pero este proceso de concentración -que liquida implacablemente la libre competencia capitalista- sitúa la pugna por el control de las materias primas y de los mercados en un grado de agudización extrema. Como en ese marco desarrollado la libre competencia ya no es la regla que decide quien controla cada actividad económica monopolizada, la cuestión se resuelve con el recurso directo a la fuerza, primero, y a la violencia a continuación. La guerra imperialista y el terrorismo de Estado, como herramientas para dilucidar las disputas económicas entre los grandes monopolios y, así, tratar de obtener algún margen de plusvalía relativa, aunque solo sea temporalmente.
Por otra parte, el elemento central del proceso de acumulación de capital, que es la extracción de plusvalía -en una situación de alto desarrollo de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia-, llevará a un aumento imparable de la tasa de explotación de la clase obrera, a la generalización de la sobreexplotación (pago de salarios por debajo del coste de reposición de la fuerza de trabajo) y empobrecimiento generalizado de la clase obrera y sectores populares.
La necesidad de disciplinar a la amplia base obrera y popular, evitando cualquier tipo de contestación social que haga peligrar su inestable equilibrio de dominación, llevará -como ya lo está haciendo- hacia un control universal de todo el pueblo, a la restricción de todas las libertades. Se derogarán todos los derechos que la clase obrera arrancó en duras luchas contra el capital, no habrán garantías democráticas más que “para los incondicionales”, y se establecerá un estado policial-militar-autoritario como forma de dominación que se corresponde a esta fase de agotamiento último de la formación capitalista.
La disputa por el control de los recursos naturales: el suelo agrícola, el agua, las masas forestales, la pesca, etc., llevará a la explotación incontrolada de todos ellos, y a su agotamiento y esterilización. Elevando la contaminación ambiental, y haciendo la vida cada vez más imposible para la especie humana. Si ya se reconoce que, en el estado actual, el cambio climático es irreversible -por mucho que se haga-; la continuidad de la lógica capitalista en la UE agravará estas tendencias, colocando a la humanidad en situaciones de dramatismo extremo, con aumento de las temperaturas, la elevación del nivel del mar y la penetración de radiaciones letales para el ser humano.
Cuando las opciones oportunistas y reformistas venden humo a la clase obrera, prometiendo reformar la UE, no podemos por menos que asombrarnos ante semejante estupidez. Ello resultará dramático para la clase obrera, que perderá un tiempo precioso para encauzar su lucha hacia la construcción del socialismo, perdiendo un tiempo precioso y vital.
Por ello la propuesta del PCPE no admite términos medios: por la SALIDA del euro la UE y la OTAN. Por el poder obrero y por el socialismo. Todo para la clase obrera.
Carmelo Suárez
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