EL CAMINO PARA LA LIBERACIÓN DE LA CLASE OBRERA ES LA LUCHA POR EL PODER OBRERO Y LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA.

Dic 20, 2013 | Comité Central

 RESOLUCIÓN DEL COMITÉ EJECUTIVO DEL PCPE

 

Las organizaciones oportunistas -con sus propuestas de conciliación de clases- colaboran con la oligarquía en la guerra general contra la clase obrera.

 

 

 

1.- El PCPE llama a la clase obrera a romper las cadenas de la opresión.

El Comité Ejecutivo del Partido Comunista de los Pueblos de España llama a los trabajadores, a las trabajadoras, a la juventud obrera y a los/las pensionistas a levantar su lucha contra el actual sistema político de dominación, que solo ofrece explotación y miseria. El PCPE llama a fortalecer las filas del partido de la clase obrera para avanzar hacia la construcción de la sociedad socialista-comunista.

El camino a seguir por el pueblo trabajador es el de terminar con la opresión y -a través de su lucha-, conquistar la emancipación de toda la sociedad, acabando con el capitalismo. Sus leyes son las cadenas que nos oprimen, y la clase obrera no tiene otra opción de futuro que romper esas cadenas para avanzar hacia su libertad.

 

 

2.- El capitalismo español se convierte en dictadura férrea para tratar de superar esta crisis.

 

Para tratar de salvar al capitalismo la oligarquía española está robando a la clase obrera de este país todo el valor creado por su trabajo. El opaco rescate bancario (más de 200 mil millones de euros), la reducción de las pensiones (50 mil millones de euros), la reducción  salarial en la función pública, el recorte de becas, la bajada de salarios, etc. son sólo una muestra -parcial- del saqueo de toda la economía del país por parte de las clases parasitarias. El gobierno del PSOE ayer, como hoy el gobierno del PP, junto con los gobiernos autonómicos de CiU, PNV, CC, IU, etc., aplican esta misma política con firmeza dictatorial. Ninguno de estos gobiernos ha renunciado a la estrategia de privatización de todo el sector público, transfiriendo la propiedad estatal a propiedad privada capitalista. Se demuestra en la práctica, una vez más, la afirmación de Carlos Marx: El gobierno es el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa.

 

La clase obrera y los sectores populares están siendo sometidos a un brutal aumento de la explotación por la oligarquía española, que encuentra en la reducción del precio de la fuerza de trabajo el único elemento flexible de su sistema económico. Esta oligarquía se apoya en las estructuras imperialistas de la UE para reforzar su posición de clase dominante. Endesa, Panrico, La Caixa, Mercadona, Pescanova, BBVA, Repsol, Banco Santander, Acciona, Telefónica, FCC, etc., son algunos de los grandes grupos monopolistas que ejercen una brutal dictadura utilizando la coartada de una cada vez más menguada democracia burguesa. El aumento de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo lleva a la clase obrera a un empobrecimiento creciente y a unas miserables condiciones de vida, hasta el extremo de la malnutrición infantil que afecta a una parte significativa de los hijos e hijas de la clase obrera. Hoy, en nuestro país, la mayoría social, entrega su vida entera -desde su nacimiento a su muerte- a los intereses parasitarios de ese capital monopolista.

La última fase expansiva del capitalismo español facilitó al actual bloque de poder la estabilidad de los consensos necesarios para el mantenimiento y legitimación del sistema de dominación, pero hoy, la quiebra económica del capitalismo, lleva en paralelo a una profunda crisis institucional, que afecta a todo el sistema de dominación: crisis del sistema de partidos, crisis de la monarquía, crisis de la unidad del Estado, crisis del sistema judicial, etc. En estas condiciones una parte de la burguesía catalana considera que ha llegado su oportunidad para buscar salidas particulares a la crisis general del capitalismo, desarrollando una estrategia para tratar de conservar la iniciativa política en Catalunya, buscando configurar unas nuevas relaciones políticas para mantenerse como clase hegemónica, lo cual -entre otras cosas- provoca enormes contradicciones en el bloque oligárquico-burgués que ejerce hoy su dominio en el Estado; contradicciones que, siendo ajenas a la clase obrera, deben ser aprovechadas por ésta para hacer valer sus propios intereses. Distraer a la clase obrera de la lucha de clases, y colocarla detrás de su estrategia, es un objetivo no disimulado de la burguesía catalana; que, de prosperar, sería un auténtico balón de oxígeno para consolidar su sistema de dominación, y a su vez para el mismo capitalismo español en su conjunto. El fortalecimiento de todas las estructuras de organización de la unidad revolucionaria de la clase obrera, se convierte en un objetivo de primer orden para los trabajadores y las trabajadoras, tanto de Catalunya como del resto del Estado.

El reciente 30 aniversario de la Constitución también puso de manifiesto la profundidad de la crisis institucional. El disciplinado cierre de filas que permitió, durante todos los años anteriores, mantener el tabú sobre la posibilidad de reformar la constitución se ha quebrado. Hoy se expresan diferentes intereses del bloque dominante, sobre lo que ya se muestra como el inevitable cuestionamiento de los consensos acordados al final de la dictadura anterior, en la llamada “transición política”. Ahora se pondrá en marcha una nueva estrategia “para cambiar algo para que todo siga igual”, donde con pragmatismo la burguesía buscará acuerdos con los sectores oportunistas para reeditar una nueva versión de los pactos que hace treinta años le permitieron consolidar su dominación a la muerte de Franco. Ante esta situación la clase obrera tiene que responder con su propio programa de clase, haciendo de la propuesta de República Socialista, de carácter confederal, la seña de identidad de sus intereses, sustentada en una política de alianzas expresada en el Frente Obrero y Popular para la conquista del poder obrero y la sociedad socialista.

El engañoso modelo que permitió a la burguesía española mantener un acelerado proceso de acumulación de capital durante trece años (1994-2007) ha quebrado, y no es un modelo recuperable, ni fácilmente reconvertible. Esa estrategia planificada por las clases dominantes –y de corto recorrido-, fue una huida hacia adelante desde la crisis de inicios de los noventa (que a su vez deviene de la crisis de los setenta), que a fin de cuentas no hizo más que situar de nuevo a la burguesía al borde del precipicio, ahora en una situación de riesgo de muerte aún mayor.

Hoy las clases explotadoras, necesitan organizar otra forma de capitalismo para tratar de mantener su actual posición hegemónica. Un capitalismo más dictatorial, y que impondrá una mayor desigualdad social. Y esta nueva fase desesperada -si la oligarquía consigue consolidarla- será un paso más en el camino sin retorno hacia su destrucción total. La burguesía sabe que esto es así, y por ello, de forma apresurada, trata de conformar todo un nuevo marco jurídico represivo; se tramita un nuevo endurecimiento del Código Penal, se pone en cuestión el derecho de huelga, se elimina la negociación colectiva, se aprueba una nueva Ley de Seguridad Ciudadana y se asigna un papel policial a la seguridad privada; el próximo paso -cuando la burguesía sienta a sus espaldas el aliento de la clase obrera combatiente- será la militarización de todos los cuerpos de policía, como desarrollo de la imparable espiral represiva a la que está obligada para tratar de mantener su antisocial sistema.

El sistema capitalista internacional se mueve en las mismas coordenadas de parasitismo y descomposición. Las potencias imperialistas, la OTAN y otras alianzas imperialistas interestatales, desarrollan una guerra general contra la Humanidad, que se extiende por todo el Planeta. El pillaje y el saqueo, la destrucción del medio natural para tratar de incrementar las ganancias, las guerras imperialistas, el terrorismo de estado que gana mayor capacidad criminal utilizando tecnologías de última generación, la militarización de la economía con el constante incremento del gasto armamentista, la vigilancia y el espionaje universales, etc., son la auténtica careta de la formación capitalista mundial en su fase de agotamiento histórico, el imperialismo. La burguesía está dispuesta a cometer los más terribles crímenes para tratar de conservar su hegemonía, como ayer hizo recurriendo al fascismo hoy avanza hacia un estado policial-militar que le permita el ejercicio mundial de la violencia extrema para el logro de sus fines, sometiendo violentamente a la clase obrera internacional. Todas las fracciones de la burguesía se alinean con esta posición de forma disciplinada. Hoy es más cierta que nunca antes, la afirmación: “socialismo o barbarie”.

 

3.- La crisis es una crisis de sobreproducción como expresión concreta de la crisis general y estructural del sistema capitalista de dominación.

Obreros, obreras, la burguesía dicta todos los días nuevas leyes para someternos a la esclavitud, para arrebatarnos todos nuestros derechos y para aumentar la explotación como nunca hizo en la historia. No estamos volviendo al siglo XIX -como se oye decir con frecuencia-, sino que este es el capitalismo que existirá en el siglo XXI hasta que lo derrote la clase obrera, destruyéndolo hasta sus cimientos.

Es una crisis sin salida para el capitalismo. No es posible recuperar la tasa de ganancia con el modelo capitalista impuesto hasta la fecha, por ello el futuro en el capitalismo será de un aumento desmedido de su carácter dictatorial y de la explotación de la clase obrera empobrecida al extremo.

Estamos viendo la forma concreta que toma hay la crisis general del sistema capitalista que se inició a principios del siglo XX. Es una crisis de sobreproducción que el capitalismo trata de resolver -como siempre- con un violento proceso de destrucción de fuerzas productivas: paro, desvalorización de capital, cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, robo bancario, etc.

El gobierno de la oligarquía -ya sea el PP, el PSOE, o una alianza con participación del oportunismo representado por IU y otras fuerzas “de izquierda”- no tiene solución para unas cifras de paro que se mantendrán durante un largo período en el rango de los cinco o seis millones. Una de las tantas consecuencias de esta situación será la pérdida de 2,6 millones de habitantes en los próximos diez años en todo el Estado. Se confirma así un panorama de retrocesos progresivos en las condiciones de vida de la mayoría obrera y popular, caracterizado por el empobrecimiento, la expulsión de altísimos porcentajes de mujeres del mercado laboral para destinarlas al cuidado y la reproducción  familiar,  la sobreexplotación, la pérdida del futuro para gran parte  de la juventud y las constantes agresiones al colectivo de pensionistas que llevan a un deterioro generalizado de sus condiciones generales de vida (sin sanidad ni medicamentos, sin asistencia social, abandonado y empobrecido).

 

4.- La lucha obrera es el camino.

El altísimo desarrollo de las fuerzas productivas -que el sistema capitalista no puede poner a producir porque aumentaría aún más su crisis-, entra en irresoluble contradicción con las relaciones de producción (capitalistas) y sienta las bases para el imparable cambio social. Hoy la clase obrera -poniendo en uso el altísimo desarrollo científico y tecnológico existente- tiene la posibilidad de producir cuanto la Humanidad necesita para satisfacer sus necesidades vitales; son las leyes del capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción las que impiden el desarrollo de estas capacidades sociales.

Llegó el momento de colocar en la agenda de la clase obrera la lucha por el socialismo-comunismo como un objetivo del presente. Y la clase obrera no está sola en esta tarea, otros sectores populares (autónomos, pequeños productores, campesinado pobre), objetivamente se irán inclinando por esta orientación revolucionaria. Se está conformando así el bloque social que, liderado por la clase obrera, llevará a la derrota de las clases parasitarias hoy dominantes.

El capitalismo español trata de mantener en los centros de trabajo su poder absoluto mediante un auténtico estado de terror contra la clase obrera, que tiene que ser contestado con la lucha obrera combatiente; porque hoy renunciar a la defensa de nuestros derechos y agachar la cabeza significa -más que nunca-, facilitar el camino a la patronal para aumentar la explotación y arrebatar cualquier derecho a los trabajadores y trabajadoras. Por ello los colectivos obreros más combatientes, que han protagonizado numerosas huelgas en estos años, son un ejemplo a seguir por el resto de los trabajadores y trabajadoras, porque demuestran que la lucha es posible y necesaria.

La Huelga General es, en las condiciones actuales, la herramienta más potente para la defensa de nuestros derechos. Junto a ella las luchas parciales, de empresas y de sector, están aportando una acumulación de experiencia y capacidad de combate que hemos de multiplicar uniendo todas las luchas en una lucha general del proletariado contra la burguesía, por el poder obrero y por el socialismo-comunismo. Una clase obrera curtida en la lucha consecuente por la defensa de sus derechos hará avanzar sus posiciones, y tirará del resto de la clase para situarla a la altura de las necesidades históricas del momento. Sin miedo a la represión, sin temor a los despidos y a todo tipo de represalia empresarial, la clase obrera tiene que ir al combate con determinación de victoria.

Los Comités para la Unidad Obrera (CUO) son la mejor respuesta organizativa de la clase obrera a las necesidades del momento, para avanzar en la unidad de la clase y terminar con el fraccionamiento sindical que debilita las luchas.

 

5.- El Partido Comunista es el partido de la clase obrera. La oligarquía no podrá parar la firme voluntad de las trabajadoras y los trabajadores de caminar hacia su emancipación.

El bloque dominante se encuentra en una difícil situación para mantener su posición hegemónica en la sociedad, pero este bloque no caerá si la clase obrera no se organiza para aprovechar este momento y lanzar todas sus fuerzas en una lucha de contraataque decidido hasta la victoria.

Victoria que no se alcanzará sin la organización coordinada de todas las luchas obreras, victoria que necesita de un proyecto político propio para derrotar al enemigo de clase de una manera definitiva, victoria que necesita dirección política y lucha por el poder obrero. No habrá victoria si no se lucha con el horizonte estratégico del socialismo-comunismo.

El PCPE nació hace treinta años, como síntesis superadora de toda la experiencia revolucionaria del Partido Comunista en nuestro país, y tiene la firme determinación de llevar a la clase obrera hasta la victoria, hasta el poder obrero y hasta la derrota absoluta de la parasitaria oligarquía que nos domina.

El PCPE asume el reto de preparar a la clase obrera para la lucha y para el combate, con moral de victoria, y ello será posible a pesar de la represión patronal y del estado policial cuando la clase tenga plena confianza en sus propias fuerzas, en su Partido y en un futuro socialista-comunista. No hay enemigo grande para la clase obrera cuando lucha organizadamente a la ofensiva.

No aceptaremos la miseria y la esclavitud que el capitalismo nos depara, no aceptaremos la resignación, ni las humillaciones. Nuestra confianza en la clase obrera nos hace fuertes, no sabemos lo que es el miedo en la lucha, nos levantaremos una y otra vez hasta conseguir la unidad de toda la clase obrera en el combate por su emancipación. Demostraremos que somos vanguardia por nuestras convicciones, por nuestro proyecto y por nuestra práctica política militante.

Nuestro objetivo es finalizar cuanto antes con el tiempo de la burguesía española como clase dominante, su derrota llegará más pronto que tarde, el Partido Comunista trabaja por estar a la cabeza de todas las luchas y no descansará hasta la victoria, hasta arrasar con los últimos vestigios de explotación.

 

POR LA SALIDA DEL €-UE-OTAN

POR LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA

POR EL PODER OBRERO Y EL SOCIALISMO-COMUNISMO

 

 

Diciembre 2.013