En las primeras décadas del siglo XX el nazi-fascismo expresó, históricamente, el exacerbado desarrollo de las pugnas interimperialistas en el sistema capitalista europeo y cómo, ese sistema capitalista, llegó a generar un grado de violencia hasta entonces desconocido apoyándose en el antisemitismo y el anticomunismo.
Los crueles antecedentes de la Primera Guerra Mundial, expresión entonces de un grado inferior de desarrollo del enfrentamiento interno en el capitalismo europeo, palidecieron ante los más de cincuenta millones de víctimas, los hornos crematorios o el cerco de Stalingrado, en la Segunda Guerra Mundial.
El capitalismo dio nacimiento, posteriormente, a todo tipo de guerras y dictaduras, todas ellas con un grado de violencia y terror a cual mayor. Decenas de millones de víctimas jalonan la historia del capitalismo de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI.
La Indonesia de Suharto, el Vietnam agredido por distintas potencias imperialistas, Guatemala cruelmente ensangrentada y aterrorizada (dos millones y medio de víctimas en un país pequeño), la invasión japonesa de China con más de cinco millones de víctimas, el golpe de estado contra la Unidad Popular chilena de Allende, etc., etc., todo un reguero de terrorismo de estado, violencia extrema siguiendo las instrucciones del Manual del Terror de la CIA, siempre en la lógica de la defensa de los intereses de unas clases dominantes oligárquicas y parasitarias de carácter minoritario. Un poder tan socialmente injusto necesita tal grado de desarrollo de la violencia para tratar de mantener su antisocial sistema de dominación.
En los más recientes años esa guerra organizada, azuzada y financiada por el capitalismo internacional se extiende por el pasillo euroasiático, que tiene gran valor estratégico en la dominación mundial. Así Libia, Siria, Líbano, Irak, Irán, etc., son víctimas de todo tipo de violencias y crímenes, en una espiral de provocada inestabilidad de esta área geopolítica, para impedir la estabilización de cualquier sistema de desarrollo social.
Una y otra vez la clase obrera internacional se levanta en lucha heroica para acabar con el sistema capitalista decrépito y agónico. Gestas heroicas se desarrollan desde hace más de un siglo por todo el planeta. Desde nuestro sin par Vº Regimiento y su resistencia obrero-popular contra el fascismo, hasta el valiente sandinismo frente a la “contra” financiada por EE UU, el Vietcong descalzo que derrotó al ejército más poderoso del mundo, o el valiente Ejército Árabe Sirio que hoy va consiguiendo expulsar de su tierra a las fanáticas fuerzas mercenarias financiadas por imperialismos diversos.
El capitalismo internacional no se puede sustraer a esta lógica criminal y a su creciente proceso de deterioro y degradación. Cada vez mayor violencia, y cada vez una violencia más criminal y miserable, sin límites de principios éticos y/o morales. La actual persistente crisis capitalista internacional provoca una dinámica infernal de esas tendencias, que alcanzan cotas cada vez superiores de horror y espanto.
Esta lógica criminal imparable se desarrolla en paralelo con las manipuladas estructuras legitimadoras que el capitalismo desarrolla, en su superestructura, para hacer que esa violencia no provoque su descrédito social. La manipulación de las informaciones sobre estos episodios por parte de los medios de comunicación masiva se sustenta en métodos gebelianos de sofisticada elaboración; el circo y la banalidad se utilizan para ocultar la naturaleza criminal inherente de esta lógica capitalista.
En esta ocasión el sionismo utiliza técnicas de terror de la mayor bajeza moral: el asesinato intencionado masivo de civiles, especialmente de niños; el bombardeo de hospitales y escuelas; y, últimamente, la destrucción del suministro de luz y agua a toda la población cercada en Gaza que resiste con heroicidad.
Mientras, los llamados gobiernos democráticos burgueses callan y/o aplauden estos crímenes.
Este silencio, o aceptación cómplice, son imprescindibles para los fines criminales del Estado sionista de Israel. Sin ello no sería posible la continuidad de la agresión criminal y genocida contra el pueblo palestino de Gaza.
Tan criminal es Netanyahu como Merkel, Obama o Rajoy. El primero dispara y los otros le cubren las espaldas para que pueda continuar sus acciones asesinas. Tan asesino es Netanyahu como Rajoy; las bombas sionistas que masacran a los niños y niñas en Gaza son disparadas con la autorización de Rajoy. El Presidente del Gobierno español tiene las manos manchadas de sangre palestina.
Esta guerra miserable y cínica que desarrolla hoy el sionismo, para nuestra desgracia, no es más que el anuncio de lo que el imperialismo le tiene reservado a la humanidad en el próximo futuro, si la clase obrera internacional no da fin a este sistema felón. Y no por una cuestión de gobernantes más o menos criminales, sino porque el sistema capitalista en crisis no tiene otra opción que esta lógica demencial y desesperada para tratar de sobrevivir a su propio fin histórico.
La clase obrera consciente, su vanguardia revolucionaria, los Partidos Comunistas marxistas-leninistas, tenemos una responsabilidad histórica a la que nos hemos de enfrentar con la determinación y la audacia con que ayer lo hicieron todos los destacamentos que a lo largo de la historia dieron las heroicas luchas por la derrota del capitalismo.
Por ello el llamamiento tiene que ser a una práctica consecuente del internacionalismo proletario, en solidaridad hoy con el pueblo palestino y contra el sionismo internacional, y a levantar una lucha generalizada y de masas contra la guerra imperialista y el terrorismo de Estado, por la disolución de los ejércitos imperialistas y sus alianzas internacionales (OTAN), por la disolución de los servicios secretos imprescindibles para esta lógica criminal: CIA, Moshad, MI5, CNI, Frontex, etc., por la derogación de todas las legislaciones que dan cobertura al sistema de espionaje universal sobre todas las poblaciones.
Hoy nuestra prioridad y nuestro primer grito tiene que ser contra los crímenes del sionismo en Gaza, contra los gobernantes burgueses de nuestro país que legitiman esos crímenes, y contra las posiciones de los oportunistas que engañan a la clase obrera haciéndoles creer que es posible reformar el capitalismo y gestionarlo para que tome una forma más humana.
Con el pueblo palestino de Gaza, nuestra lucha es por el poder obrero y por el socialismo-comunismo, por la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista internacional. ¡Viva Palestina Libre!
Carmelo Suárez. Secretario General del PCPE
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