La lucha que han venido desarrollando los trabajadores y trabajadoras del metal de Cádiz, por unas mejores condiciones laborales, de futuro y por una vida digna, solo se ha podido conseguir rompiendo con el “pacto social” que lo que propugna, en definitiva, es la conciliación entre clases antagonistas, demostrando que la lucha más consecuente es el único camino para que la patronal, el capital, no arrebate derechos conquistados en largas luchas de confrontación.
Si bien es cierto que la convocatoria de esta huelga indefinida fue hecha por dos de las organizaciones sindicales mayoritarias siendo apoyada por todas las demás organizaciones sindicales del ámbito de la Bahía, pronto se comprobó como el proletariado del metal, comprendiendo que la patronal jamás cedería voluntariamente sus privilegios y sus beneficios que obtiene de la explotación de la clase obrera, tomó la revolucionaria y consciente decisión de ir más allá de las meras reivindicaciones salariales, parando la producción y saliendo a las calles a reclamar el fin de la precariedad laboral y del desmantelamiento de la industria gaditana, exigiendo el cumplimiento estricto del convenio, la eliminación de las tristemente ya famosas listas negras donde se incluyen a aquellos compañeros y compañeras que, para los empresarios, puedan suponer un riesgo por su actividad sindical, su conciencia de clase o su postura reivindicativa frente a los abusos de la patronal, etc.
Y a esta lucha, este proletariado del metal ha arrastrado a miles de mujeres y hombres de las masas obreras y sectores populares, que han tomado las calles haciendo oír su voz y su protesta.
La lección que debemos sacar es que sólo las masas obreras y populares organizadas pueden hacer frente a la voracidad del capital. En esta ocasión, ha sido el proletariado del metal, con un alto nivel de organización, quien ha hecho frente a la patronal.
Lo sucedido en Cádiz durante estos últimos días, debe ser valorado desde posiciones de clase, como el principio de la recuperación del sentimiento de clase para sí del proletariado, demostrando que sólo con el abandono de prácticas reformistas como pacto social y las sendas institucionales, será posible derrotar a la burguesía y situar en manifiesta debilidad a los gobiernos gestores del capitalismo, sean del color que sean.
Hoy podemos afirmar que con lo sucedido en Cádiz y con algunos conflictos que, en el estado español, se mantienen o se han mantenido recientemente, como el de los trabajadores y trabajadoras de Tubacex, se abre un nuevo ciclo de confrontación de clases que debe tener como resultado final la derrota de la burguesía.
¿Ha sido una victoria?
En el aprendizaje de la lucha independiente, en la recuperación de niveles de conciencia, en el reconocimiento de la fuerza de la organización de la clase y la recuperación de un amplio movimiento de solidaridad, tanto a nivel estatal como internacional, un SÍ rotundo.
Pero somos conscientes que después de años de baja o nula confrontación de clases debido al secuestro de la conciencia revolucionaria del proletariado por parte de la socialdemocracia, lo que se ha vivido en Cádiz no podía llegar más allá del despertar de esa conciencia, un despertar que será ejemplo para el resto de obreras y obreros.
¿Han conseguido lo que se proponían?
Insistimos que en lo referente al despertar del aletargamiento al que se les tenía sometidos, esto se ha conseguido. Pero en lo referente a los objetivos materiales, la victoria ha sido desigual y no se han conseguido estos objetivos materiales.
El preacuerdo firmado entre las centrales sindicales mayoritarias y la patronal no satisface las demandas formuladas por la clase trabajadora. Tal y cómo se ha planteado las subidas salariales, siempre quedará el salario real por debajo del IPC, por lo que el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras habrá disminuido. Y el problema se agrava con los eventuales, pues éstos suponen tres de cada cuatro empleos y no podrán recuperar nunca el poder adquisitivo perdido.
Esta no consecución de objetivos se debe a que, por un lado, se ha constatado una manifiesta debilidad de las estructuras sindicales de clase, aun con poca implantación entre la clase obrera del sector. Esta escasa implantación ha tenido como resultado que las negociaciones con la patronal hayan sido llevadas a cabo por sindicalistas que aun no han comprendido que el pacto social sólo favorece al patrón. Sindicalistas que durante años han sido alienados por una fuerte influencia de la ideología burguesa, donde la contradicción capital-trabajo sólo ha servido para obtener en algunos casos mínimos irrisorios y en la mayoría de los casos, retroceso y pérdida de derechos ya adquiridos, que jamás superarán la magnitud de la precariedad laboral con la que la patronal somete al colectivo obrero.
Por otro, sindicalistas que desde una militancia activa han sido capaces de ganar la confianza de sus compañeras/os, pero que una y otra vez hacen demostración de una escasa o nula formación política, lo que les conduce a no comprender que la clase obrera y la clase capitalista mantienen posiciones antagónicas y totalmente opuestas. El interés del patrón nunca, jamás, va a coincidir con el interés del obrero o la obrera. El no entenderlo así los aboca a mantener posiciones defensoras del diálogo y el pacto social; de entender, cómo única alternativa, la vía institucional, dejando de lado la confrontación directa y la lucha de clases en todas sus expresiones.
En el caso de la firma del preacuerdo, ha jugado un importante papel la urgencia que han sentido tanto el gobierno como la patronal en apagar lo antes posible el estallido social que ha provocado la huelga del sector del metal, la cual se les ha escapado de las manos a los sindicatos convocantes, yendo mucho más allá de lo que, en principio, suponían.
La lucha sigue, y esta en un futuro relativamente inmediato volverá a escenificarse con el mismo coraje o mas que el demostrado en esta ocasión por los y las obreros del metal de Cádiz. Desde el PCPE se trabajara para que las condiciones en las que las masas obreras y populares manifiesten sus aspiraciones políticas y/o laborales cuenten con un alto nivel de organización.
Secretaria de movimiento obrero y sindical del PCPE
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