La crisis del COVID-19 ha puesto de manifiesto algo de lo que tal vez en su momento, con la propaganda de fondo para ocultarnos la realidad, no fuimos conscientes. Que la silenciosa privatización de la sanidad mata. Ahora el pueblo trabajador ha pagado caro, en términos de muertes evitables, el desmantelamiento de la sanidad pública.
Los recortes no se iniciaron ayer. Años de desmantelamiento y progresivas privatizaciones han evidenciado la falta de recursos para atender dignamente a la población, para salvar vidas. 12.000 enfermeras españolas se han visto forzadas a emigrar por falta de trabajo, pero aquí faltaba personal; UCIs sin usar en hospitales privados y en Madrid las personas muriendo en camas en los pasillos o abandonadas en sus domicilios o en centros penitenciarios o en geriátricos; trabajadoras de limpieza con contratos precarios y subcontratadas jugándose la vida sin EPIs adecuados…. Todo legal y amparado por la Ley 15/97 y el artículo 90 de la Ley sanitaria que abrió las puertas a que se diera este proceso lento y letal en el que, lo queramos o no, nos cuesta la vida.
Hay evidencias que demuestran que ser atendido en un hospital con ánimo de lucro, aumenta las probabilidades de muerte respecto a ser atendido en un hospital público en un 2% en adultos, un 8 % en pacientes crónicos y un 10 % en recién nacidos. La defensa de la vida y la salud de la mayoría social está reñida con la obtención de beneficios por unos pocos. Mientras las empresas privadas sigan parasitando los sistemas públicos de salud, la práctica del darwinismo social seguirá siendo la práctica habitual, con más o menos matices según el momento de crisis, pero en definitiva las muertes evitables seguirán cayendo del lado del pueblo trabajador. La privatización sanitaria ha provocado las muertes a gran escala, no el coronavirus. Dejar las políticas sanitarias en manos de empresas privadas conlleva el abandono de las imprescindibles facetas preventivas y de promoción de la salud, de escasa rentabilidad económica en el corto plazo. La prevención no le interesa a la empresa privada, necesita tener enfermedad y cronicidad para ir engordando la factura.
El modelo que necesitamos trabajadoras y trabajadores es el de refuerzo de la atención primaria, la prevención, junto con políticas sociales incluyentes de todas las personas independientemente de su origen o situación administrativa y aumentar las infraestructuras hospitalarias, los recursos humanos y las camas disponibles a fin de reforzar la red hospitalaria pública. Hay medios y dinero para ello. No nos pueden decir lo contrario, al menos no vamos a creer esa propaganda justo cuando sabemos que las personas enfermas durante la cuarentena morían por falta de respiradores y que 440 de ellos costaban lo mismo que un tanque o, el mismo día que hemos sabido que el gasto militar superará este año los 20.000 millones de euros. Lección y aprendizaje de la pandemia, sí hay dinero y sí hay recursos. Lo que impide que esos recursos se destinen a la vida y salud de la mayoría social, de quienes todo lo producimos, es la existencia de un sistema depredador y violento cuya base material es la producción colectiva de la riqueza y la apropiación privada de esa riqueza. Esa tremenda contradicción es la que nos condena a la miseria, la opresión, la explotación y… a la muerte en tiempos de una pandemia como la de esta primavera.
Hay responsables políticos que aprobaron la Ley 15/97 o la mantuvieron, sindicatos domesticados que no han defendido el interés general, empresas y fondos de capital riesgo que se han estado lucrando con estas privatizaciones, jueces que no han visto ningún problema en las leyes que desmontaban la sanidad,….y el silencio social mientras todo esto ocurría pensando que era algo ajeno.
Hoy, la realidad es otra. La socialdemocracia y el reformismo, cumpliendo con su papel histórico de conducir a la clase obrera al matadero, pretenden hacer tabla rasa y volver a la situación previa, en la que ya el sistema estaba desmantelado. En junio de 2019, según cifras oficiales, convenientemente maquilladas, casi 700.000 personas esperaban una intervención quirúrgica, y 2.400.000 la primera consulta con el especialista. Mientras, los seguros privados (esos que han desaparecido en la pandemia), no han parado de crecer y hacer caja a nuestra costa. Hoy con las lecciones bien aprendidas y grabadas a sangre y fuego en nuestra memoria colectiva, vamos a salir a la calle el 20 de junio. Y más allá. No un día, ni dos, sino todos aquellos que sean necesarios para revertir lo privatizado, expulsar al ánimo de lucro de la atención sanitaria, establecer un sistema digno de cuidado de nuestros mayores. Para centrar el sistema en la prevención, y en la actuación contra los productores de enfermedad, para que nuestro dinero se dedique a garantizar el interés general. No hay caminos intermedios para garantizar que nunca más habrá muertes evitables, para garantizar que nunca más seremos víctimas del capitalismo del descarte humano.
20 DE JUNIO DE 2020 MOVILIZACIONES:
ANDALUCÍA: Almería, Aguilar, Cádiz, Granada, Málaga, Sevilla.
BARCELONA
CANARIAS: Las Palmas de GC, Tenerife
CASTILLA LA MANCHA: Albacete, Toledo
MADRID
MENORCA
MURCIA
PAÍS VALENCIÀ: Alacant, Benidorm, Orihuela, Valencia
SANTANDER
ZARAGOZA
SANIDAD PÚBLICA Y DE CALIDAD AL SERVICIO DEL PUEBLO TRABAJADOR.
Sólo el pueblo organizado salva al pueblo.#TuLuchaDecide.
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