El PCPE y el PCPC en relación a la convocatoria para el 1 de Octubre en Catalunya

Jun 17, 2017 | Comité Central

 

La decisión del Govern, hecha pública el pasado día 9 de junio, de convocar un referéndum sobre la independencia de Catalunya, para la fecha del 1 de octubre, es expresión de la agudización de la crisis del capitalismo español, que se manifiesta en este caso en el terreno institucional con una quiebra de lo que ha sido uno de los campos de batalla de la burguesía española en la conformación del Estado Español: la cuestión de la unidad territorial como pacto entre la oligarquía española y las burguesías periféricas que, en ocasiones, se encaminan a buscar sus propias soluciones a las dificultades en el proceso de la acumulación de capital.

El objetivo central y prioritario de la facción de la burguesía catalana que impulsa el actual proceso independentista no es otro que el de mejorar su posición en el proceso de acumulación de capital, estos es, en la mejor explotación de la clase obrera catalana y lograr una posición propia en la pugna interimperialista, dando por amortizado el proyecto nacido en el S XVII, del estado-nación español vinculado a los imperialismos centroeuropeos, y buscando su integración directa en las estructuras militares, políticas y económicas imperialistas, representadas hoy por la Unión Europea, EE UU y su aliados, como Israel. No es una burguesía patriótica que haga de la reivindicación de la nación catalana un factor de construcción de una sociedad mejor para la mayoría social, es, sencillamente, una burguesía que tiene su propio ámbito de acumulación de capitales y que pretende una mejor posición ante lo que considera el lastre de la profunda crisis del capitalismo español. Este sector de la burguesía se aprovecha de los amplios sentimientos nacionales de la clase obrera y los sectores populares en Catalunya para tratar de recomponer sus dificultades en el proceso de acumulación del capital; enarbola la bandera democrática del derecho a la autodeterminación y del pleno reconocimiento de Catalunya como sujeto político para intentar conducirla a estructuras criminales y antidemocráticas como la UE y la OTAN.

Por su parte el gobierno de Mariano Rajoy, representando los intereses de la oligarquía más centralista, no encuentra otra salida a este conflicto interburgués que la histórica imposición de la fuerza; negando y desconociendo, una vez más, la realidad plurinacional del Estado Español. En esta ocasión, como siempre antes en la historia de España, la oligarquía vuelve a manifestar su incapacidad para construir en el conjunto del Estado Español un espacio político unificado con un amplio consenso social legitimador y, una vez más, actúa torpemente y sin capacidad política de dar una respuesta al conflicto en el marco del capitalismo español.

Siempre esa oligarquía centralista soportó su proyecto en los valores más reaccionarios y conservadores. En la etapa de la formación de las naciones en Europa priorizando los intereses de la Iglesia Católica y de los parásitos cortesanos, que drenó todos los recursos económicos necesarios para la conformación de la base material que diera soporte al nacimiento de la nación. Posteriormente, en la fase de la pérdida de las posiciones coloniales, imponiendo violentamente por la fuerza sus posiciones frente a las burguesías periféricas. Y, en el intento de modernización que supuso la II República, respondiendo con un golpe de Estado en alianza con el capital más reaccionario, con la aristocracia terrateniente, y también con la Iglesia Católica, dando inicio a una de las formas más aterradoras de la dictadura del capital que se extendió durante cuarenta años.

El El Pacto de la Transición permitió el entendimiento entre las distintas fracciones del capitalismo español, sobre la base material unificadora de la necesaria recomposición internacional del capitalismo español. Proyecto fundamentado, además de en la monarquía, en la continuidad de la explotación de clase y en una descentralización administrativa (autonomías) incapaz de solucionar ninguno de los conflictos territoriales existentes. Dictadura de clase que además de reprimir al movimiento obrero, expresó su más descarnada violencia contra todos los movimientos de liberación nacional, muy especialmente en Euskal Herria. Una Transición imentada en el tardofranquismo, que, entre otras muchas cuestiones, eliminó del imaginario de la izquierda política la República como concepto ideológico y estratégico de ruptura con el régimen oligárquico y monárquico, lastrando cualquier posibilidad de esa necesaria ruptura con la Constitución del 78, y abrir el camino para avanzar hacia una nueva forma de República.

Agotados los efectos balsámicos de esa primera Transición, una vez más, estalla incontenible el conflicto interno en el capitalismo español, como consecuencia directa de las debilidades de la base material sobre la que se soporta. Y la respuesta a ese conflicto se manifiesta, también, en una línea política de continuidad con el carácter profundamente reaccionario y antihistórico, que siempre ha caracterizado a las clases dominantes españolas, incluida la burguesía catalana. Clases dominantes que, en coherencia con su posición parasitaria, siempre han remado en sentido contrario a los intereses de la clase obrera y de los sectores populares y han ejercido todo tipo de violencia contra éstos condenándolos a unas condiciones de vida de explotación, opresión, alienación y miseria.

La sobreexplotación de los jornaleros/as, el cierre de la minería, el paro masivo en los barrios obreros, la emigración masiva ante el hambre y la miseria, unidos a la actual reducción del precio de la fuerza de trabajo que condena, especialmente a la juventud y a la mujer trabajadora, a salarios de miseria que no cubren ya ni las necesidades más mínimas para la vida…, esa es la realidad del actual sistema de la dictadura del capital en España, bajo el dominio absoluto de las actuales clases parasitarias.

La clase obrera no tiene nada que ganar arrimándose a una de la facciones en conflicto. No es una lucha de la clase obrera, y por ello quiénes desde pretendidas posiciones de izquierdas están dando apoyo a uno de los bandos en conflicto lo único que hacen es crear confusión en las filas del proletariado, y llamarle a lucha bajo falsa bandera, debilitando y confundiendo la prioridad de su lucha por la emancipación de clase.

La lucha del proletariado y de los trabajadores y trabajadoras en general, hoy ha de ser por una España que sea expresión de la voluntad libre y soberana de sus pueblos y naciones, en un proceso de acumulación de fuerzas que avance hacia el cambio de carácter de clase del Estado. Proceso que, desde el objetivo político de conformar una República Socialista de carácter Confederal capaz de unificar al conjunto de la clase obrera de los pueblos y naciones que en la actualidad conforman el estado español en un nuevo paradigma nacional, necesariamente debe hacer defensa inequívoca del derecho al previo ejercicio al derecho a la autodeterminación. Este es el único proyecto que, sentando las bases materiales para la construcción de un nuevo poder de clase, obrero y popular, basado en la unión libre de pueblos y naciones libres, superará definitivamente el actual conflicto territorial en el que nos sitúa la burguesía. Sin ese prerrequisito el conflicto nacional seguirá marcando la lucha de clases en España.

Por todo ello, el SP del PCPE y el CE del PCPC, hacemos un llamamiento a la clase obrera de Catalunya, y a la clase obrera del Estado, a tomar su propio camino. A no alinearse ni con la facción independentista de la burguesía catalana ni con la oligarquía españolista.

El proletariado, y los sectores populares, han de luchar bajo su propia bandera, la de la unidad construida sobre la base del:

  • Libre ejercicio del derecho de autodeterminación.
  • Derrota y destrucción de la dictadura del capital.
  • Construcción de la sociedad socialista, bajo la forma de República Socialista de carácter Confederal.

Llamamos a la clase obrera a posicionarse radicalmente contra el proyecto de dominación de la facción independentista de la burguesía catalana, y contra la represión de los derechos nacionales por parte del gobierno de la oligarquía centralista de Mariano Rajoy y el Estado monárquico heredero de la dictadura.

Será al calor de la actual agudización del escenario de la lucha de clases, y de la crisis del sistema de dominación burgués, donde la clase obrera tendrá que decidir las formas concretas que ha de adoptar en su táctica de lucha. Respondiendo con agilidad y energía combativa ante los distintos posibles desarrollos de las actuales contradicciones.

La clase obrera tiene su propio camino, que se encuentra en la senda de la construcción de naciones, libres y soberanas, socialistas.