Los pasados días 21 y 22 de octubre tuvo lugar la moción de censura llevada a cabo por la organización fascista VOX contra el Gobierno, donde el Parlamento se convirtió en una tribuna para el fascismo con el que, por un lado, embrutecer y engañar todavía más al pueblo y, por el otro, blanquear a reaccionarios y oportunistas recordándonos la vigencia de las palabras del militante comunista, y poeta salvadoreño, Roque Dalton cuando señalaba:
No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son fascistas.
El pasado viernes 23, con los medios de manipulación del Capital haciendo sus tejemanejes sobre quién ganó la moción de censura y cómo se capitalizaba esa victoria en términos de encuestas electorales a través de las que los capitalistas inducen el pensamiento de las masas trabajadoras, Pedro Sánchez intervino ante los medios de comunicación para advertir de la situación de la pandemia y avanzar que desde el Gobierno se tomarían las medidas que fueran necesarias para combatirla. Sin duda, esta medida ya había sido negociada por el Gobierno con determinados gobiernos autonómicos, entre ellos el catalán y el vasco que en esa dirección se expresaron.
El pasado domingo 25 de octubre, mediante el Real Decreto 926/2020 el Gobierno declara el estado de alarma “para contener la propagación de infecciones causadas por el SARS-CoV-2”. Este estado de alarma otorga a las comunidades autónomas capacidad para determinar sobre el mismo en sus territorios en el margen que marca el Real Decreto (posibilidad de hacer confinamientos de poblaciones en el interior de las comunidades autónomas, cierre perimetral…) y, por lo que comprobamos, también la imposición del toque de queda.
Ante este escenario nos debemos hacer dos preguntas:
¿Realmente se decreta este estado de alarma con el objetivo de proteger la salud del pueblo?
¿Qué se esconde realmente tras el estado de alarma?
A la primera pregunta sin duda hemos de responder con un no rotundo. Restringen la libertad de movimientos del pueblo, le imponen un toque de queda, con la excusa de contener y combatir a la COVID-19 pero los transportes públicos como el metro y autobús están saturados con trabajadores y trabajadoras que deben incorporarse a los centros de trabajo.
Y es que nuevamente el Capitalismo no solo sataniza a la juventud de los barrios obreros para justificar las medidas que restringen los derechos de la clase obrera -esta vez con la excusa de la salud pública- sino que sigue sin prestar la atención sanitaria debida a quienes por cientos de miles siguen contagiándose de la COVID-19. Es la clase obrera la que, en forma de muerte y sufrimiento, padece las consecuencias de la incapacidad del sistema y sus gestores para atender esta crisis sanitaria. No hay la prestación necesaria en los centros de atención primaria (CAP), los rastreos son una ficción y la atención telefónica de la salud es absolutamente inaceptable y degradante. Sin embargo, donde más contagios se producen es en los transportes públicos y en los centros de trabajo y, curiosamente, el Real Decreto del gobierno por el que imponen el estado de alarma no hace nada al respecto, no actúa contra esas causas reales que hacen incrementar las cifras de contagiados. Tanto en los centros de salud, como en los hospitales, hacen falta recursos, falta personal sanitario, faltan camas hospitalarias, etcétera pero sobre eso no interviene ni el estado de alarma ni las políticas realizadas por el gobierno.
Por tanto, y a tenor de lo respondido a la primera pregunta debemos reiterar la segunda pregunta ¿Qué se esconde realmente tras el estado de alarma?
Lo primero que observamos es que el Estado español no es el único que ha tomado estas medidas. Estados imperialistas en el marco de la Unión Europea como Francia, Italia, Grecia han activado medidas similares y Alemania ha incrementado la presencia policial para confrontar las movilizaciones de rechazo a las restricciones impuestas. Es cuanto menos curioso que cuando Francia decretaba el toque de queda ante el rechazo del pueblo francés, se produjera en ese instante un atentado de corte “islamista” por el que se decapitaba a un profesor. ¿Casualidad o causalidad?
Lo cierto y verdad es que el próximo 3 de noviembre se celebran las elecciones presidenciales en la potencia más criminal del planeta, EEUU, con un resultado cierto
–que va a ganar la oligarquía pues ambos son sus candidatos– pero incierto en tanto si Trump seguirá presidente o, por el contrario, vencerá Biden. Trump ya ha reiterado en diversas ocasiones la posibilidad de un pucherazo o fraude electoral, al igual que también ha expresado su negativa a comprometerse con una transferencia pacífica del poder, pues considera que el único resultado legítimo es su victoria. Ello anticipa una situación caótica tras los comicios norteamericanos que se acumulará a la bancarrota económica y a la desastrosa situación en el terreno social como consecuencia de la desigualdad y pobreza extremas existentes en dicho país.
En la Unión Europea el Euribor se desploma y según señalan los gurús económicos del Capital “la nueva normalidad para la banca implica un Euribor en el terreno negativo por una temporada que puede prolongarse, al menos, hasta 2031”. El Euribor se instala en tasas negativas como consecuencia de que los bancos han cerrado el grifo del crédito, tanto a la pequeña burguesía como a la clase obrera, lo que significa que existe una contracción tanto del consumo como de la inversión. El precio del petróleo se halla en un nivel muy bajo, fruto de un retroceso en el consumo mundial, que se refleja también en el cierre de empresas y la destrucción de millones de puestos de trabajo.
El Capitalismo se encuentra en bancarrota económica; como sistema económico no es viable. Y ello no es una aseveración azarosa e idealista sino el estudio económico de la tasa de ganancia de los capitalistas, que lleva décadas retrocediendo a pesar de incrementarse la tasa de explotación, implicando ello el desarrollo de los monopolios y la ruina y la proletarización de cada vez más capas de la burguesía, por no hablar de la cada vez mayor depauperación de las condiciones de vida de la clase obrera. Cuanto mayor es el desarrollo tecnológico y mayor es el grado de la automatización de la producción, tanto mayor es el hundimiento del Capitalismo, su inviabilidad y caducidad.
Todo lo expresado se manifiesta fielmente en el Estado español. Como consecuencia de la distribución internacional del trabajo, realizada por los monopolios desde sus centros de poder a nivel mundial, la economía española está absolutamente terciarizada y dependiente del sector servicios, como consecuencia del proceso de desindustrialización padecido desde el ingreso en la UE. Hoy el estado español es uno de los eslabones más débiles de la cadena imperialista.
Este hecho, la caducidad del Capitalismo y su situación terminal,es algo que ya incluso los propios capitalistas no pueden negar. Algunos economistas capitalistas hablan ya de la muerte del Capitalismo para dentro de 40 años y oligarcas como Brufau no dudan ya en señalar que el sistema capitalista y la búsqueda de resultados a toda costa ya no funciona, que es preciso pasar a otro modelo. Y sin duda ese otro modelo no es otro que incrementar al máximo la explotación y la precariedad de la clase trabajadora.
Y mientras se avecinan millones de despidos, el Estado cada día tiene una deuda mayor e impagable, la clase trabajadora es más pobre y la patronal sigue defraudando más de
90.000 millones de € al año (un 80% de éste lo hacen las grandes empresas monopolísticas).
Frenar la respuesta de la clase obrera ante la agresión que la oligarquía y su Estado están perpetrando para tratar de salvar su moribundo sistema económico es la verdadera razón de este estado de alarma de 6 meses, del toque de queda y de todos los recortes de libertades que este gobierno, mal llamado progresista, está perpetrando.
El Capitalismo vive en un periodo de la historia que ya no le corresponde. El carácter social de la producción es antagónica al Capitalismo. La única salida que tiene la clase obrera, también en el Estado español, es derrocar revolucionariamente al Capitalismo y construir el Socialismo. Un Estado cuyo objetivo sea acabar con toda resistencia capitalista y armonizar el desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones de producción, o lo que es lo mismo, un Estado socialista que socialice toda empresa y todo palmo de tierra y la ponga a disposición del pueblo trabajador, subordinando la riqueza al interés la clase mayoritaria, la clase trabajadora. La automatización de la producción permite rebajar la jornada de trabajo y garantizar el pleno empleo incrementando la riqueza material y espiritual de la clase obrera y demás clases populares siempre y cuando el Socialismo se imponga.
Por ello, tanto el Partido Comunista de los Pueblos de España como el Partido Comunista Obrero Español hemos dado pasos hacia la unidad comunista. Estamos en un momento crítico, y nuestra clase -la clase trabajadora- solo tiene una salida, una salida revolucionaria y socialista. Esta obra únicamente la puede llevar a cabo la clase obrera y para que ésta se una y se organice es esencial que los y las comunistas estemos unidos y organizados en torno a un programa de acción que conduzca a la clase obrera al cumplimiento de su misión histórica: Derrocar revolucionariamente al Capitalismo y construir la formación socioeconómica socialista como fase inmadura del comunismo.
Hacemos un llamamiento a los trabajadores y trabajadoras más conscientes a fortalecer las filas del Partido Comunista de los Pueblos de España y del Partido Comunista Obrero Español. Así mismo convocamos al resto de organizaciones y partidos comunistas del Estado español a ensanchar y fortalecer la unidad de acción comunista iniciada por el PCOE y el PCPE al objeto de que los comunistas acumulemos la mayor fuerza posible para dirigir a la clase obrera en la consecución de su misión histórica.
¡POR LA UNIDAD COMUNISTA!
¡POR LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA PARA CONQUISTAR SU EMANCIPACIÓN SOCIAL, PARA CONQUISTAR EL SOCIALISMO!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
Madrid, 27 de octubre de 2020
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