Desde el PCPE somos conscientes que el camino electoral es un camino supeditado a los designios de las fuerzas dominantes capitalistas, de ahí su condición de elecciones burguesas. Es por tanto infructuoso depositar esperanzas de cambio y transformación en un espacio que viene con las cartas marcadas de antemano.
Para los comunistas, la campaña electoral no es una campaña para recoger un puñado de votos con el que poder gestionar una pequeña parcela del capitalismo. Nuestra campaña electoral es ante todo, una campaña de información y difusión de nuestras ideas, un espacio de confrontación ideológica con la clase dominante capitalista y los oportunistas de todo pelaje, ser la voz de la clase obrera y altavoz de las luchas obreras que se vienen desarrollando, ser una llamada a la organización y a la lucha en el Partido Comunista. Todo trabajador debe reconocer en el PCPE su herramienta para el cambio estructural y no superficial de sus condiciones de vida.
Se habla mucho de momento histórico, pero no nos confundamos, el momento histórico no es echar al PP o al PSOE, para dejar paso a otros que gestionen el capitalismo de un modo más amable. El momento histórico es que vivimos en una fase del capitalismo en su fase de máxima expansión imperialista, ahí están para corroborarlo estructuras como la UE, el FMI, la OTAN, el BCE,… Es absolutamente ingenuo tratar de conciliar los intereses del pueblo trabajador con los intereses de los grandes monopolios. Todo intento será un ejercicio limitado y contraproducente.
El PCPE hace propuestas que son calificadas como utópicas e irrealizables, este es un mantra que cacarean una y otra vez los partidos gestores del sistema. Para el capitalismo las propuestas del PCPE son inasumibles pues conllevan una ruptura con el mismo y su final. Vamos más allá de lo que ofrecen los gestores del capitalismo, no pretendemos poner parches para una mejor gestión del capitalismo. El modelo por el que luchamos es una sociedad donde la riqueza pertenece a quien la genera, los trabajadores.
El cortador de limones que está sin contrato y cobrando menos de 4€ la hora, la dependienta de una franquicia que trabaja el doble de horas de las que marca su contrato, el parado que lleva meses sin prestación por desempleo, el trabajo reproductivo que hacen muchas mujeres sin remuneración alguna, etc. Todos estos ejemplos son necesarios para que el terrateniente, el dueño de la fábrica, el fondo inversor de un grupo comercial o el banco sigan inflando sus beneficios a costa de la miseria y la explotación del trabajador. No es posible conciliar intereses antagónicos. No es posible equiparar a explotador y explotado. De hecho, la existencia del rico genera la creación de una masa de pobres. De modo, que medidas oportunistas como la subida de impuestos al rico o una fiscalidad progresiva no van a conseguir que desaparezca el rico ni el pobre. Se tratan de medidas que enquistan la estratificación de clases de la sociedad. Además de medidas inocuas para el oligarca, que las puede solventar fácilmente en una economía de expansión máxima del capitalismo (deslocalización de empresas, paraísos fiscales, despidos masivos, etc.).
No tener trabajo, quedarse sin casa, no poder comer tres veces al día, abandonar tratamientos médicos por no poder pagarlos,… se ha convertido en una realidad cada vez más frecuente y cotidiana del pueblo trabajador. Estos problemas no se solucionan con atajos o clamando a la benevolencia del amo. No, rotundamente no. La situación de emergencia requiere una ruptura total con la burguesía. Es necesaria una organización que encauce la conflictividad social hacia estructuras férreas de lucha frente a la enésima confluencia de mareas, movimientos horizontales de un día para otro y sin dirección política concreta.
Orihuela, no es una excepción a los avatares del capitalismo global. En esta legislatura hemos podido comprobar la incapacidad para llevar a cabo un gobierno de cambio y transformación real. Cierto es que se han hecho cosas -el listón dejado por el PP era bochornosamente bajo- pero en lo fundamental (paro, vivienda, asistencia social, participación, etc.) apenas ha habido cambios. Es más, hemos sido testigos del alineamiento de este “gobierno de progreso” con los intereses de la oligarquía subastando terrenos municipales, privatizando servicios, liberalizando horarios comerciales, perpetuando el desembolso de dinero público a la iglesia, y por increíble que parezca, reprimiendo y multando acciones como la pegada de carteles contrarios al sistema, en plena sintonía con el clima represor del capitalismo y sus leyes ad hoc como la Ley Mordaza.
Desde el PCPE somos conscientes que es necesaria una labor de pedagogía política. Frente a los señuelos y los cantos de sirena oportunistas, los comunistas debemos realizar una labor de desenmascaramiento de toda postura que intente vender a los obreros por un puñado de migajas del sistema. Las llamadas candidaturas de confluencia o convergencia pretenden unificar al movimiento obrero con los intereses de la pequeña burguesía apelando al sentimentalismo y la gravedad de la situación económica y social. Prometen soluciones basadas en las mismas recetas que generaron el paro, la emigración masiva y el robo al pueblo trabajador. La nueva socialdemocracia viene a sustituir a la vieja, para ofrecer un discurso interclasista y propuestas aparentemente democráticas pero engañosamente satisfactorias para la clase obrera. Estamos ante el enésimo paso en falso, a un discurso agotado y superado, que se erige como el menor de los males, incapaz de plantear una superación del sistema sino más bien, una convivencia con el capitalismo y ya sabemos qué consecuencias tienen estas actitudes para el pueblo trabajador.
La clase obrera no está de rebajas y a la clase obrera se la respeta, porque somos los que producimos, somos los que generamos la riqueza de este país, somos los que tenemos el poder para decidir si paramos la producción, el poder para despojar a los parásitos que se benefician de nuestro esfuerzo y el trabajo. Tenemos el poder para hacer de la producción un beneficio social y no privado, tenemos el poder para eliminar de una vez la explotación del hombre por el hombre, tenemos el poder para producir de acuerdo a nuestras necesidades respetando los recursos de un planeta castigado por la voracidad capitalista.
La clase obrera tiene el poder para el cambio social. Se hace necesaria más que nunca la organización, pues unidos somos fuertes pero organizados invencibles. Cada trabajador debe saber que tiene un puesto de lucha en el PCPE y que el Partido jamás cederá una migaja ni claudicará un milímetro por consolar y aliviar al capitalista. Estas elecciones deben servir para hacer del Partido Comunista, un partido fuerte, para fortalecer la clase obrera, para afianzar el camino hasta la victoria. Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana y el jamás se convierte en hoy mismo.
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