Tesis III del X Congreso: Fortalecer el partido, organizar la revolución.

Abr 1, 2016 | Actualidad

Fortalecer el partido, organizar la revolución.
Un Partido con unas capacidades políticas y organizativas superiores

El eje central del X Congreso del PCPE es el de avanzar de forma significativa en el fortalecimiento del Partido, como herramienta para la organización de la revolución socialista en España, y para llevar a la clase obrera al poder.

A la hora de convocar este Congreso el Comité Central entendió que el desarrollo del Partido desde el anterior IX Congreso ha tenido una serie de avances significativos que es posible valorar positivamente, pero que nuestras capacidades humanas y materiales se han quedado absolutamente insuficientes para las exigencias que en estos momentos se nos plantean en nuestro objetivo de convertirnos en la fuerza política determinante en la lucha revolucionaria aquí y ahora.

El IX Congreso acordó un plazo de un año, desde su celebración, para que nos dotáramos de un Aparato central, como estructura de recursos que ampliara las capacidades de trabajo y de dirección política del Partido. Este objetivo, considerado importante, no se ha cumplido.

Se pueden reseñar toda una serie de avances organizativos y políticos en estos años que son importantes. Una mejoría general en nuestra orientación de trabajo de masas, una ampliación territorial de la organización partidaria en prácticamente todo el Estado, y, también, algunas actividades centrales que hemos realizado en estos últimos años han tenido un resultado exitoso. Por otra parte nos hemos dotado de recursos muy mejorados en materia de agitación y propaganda, y hemos mejorado nuestras elaboraciones y formas de intervención en determinados frentes de masas.

Pero todo ello se ha hecho con una Dirección Central que ha tenido que trabajar con unos muy reducidos recursos, que ha hecho del voluntarismo un componente sobredimensionado de su actividad. Aunque es cierto que cualquier empeño revolucionario tendrá siempre un fuerte componente de voluntarismo, puesto que nadamos contra corriente y enfrentamos siempre dificultades de todo tipo en la lucha de clases diaria, constituye una auténtica irresponsabilidad el que el abordaje de todas las tareas se sustente en un voluntarismo sin límites. Cuando se actúa así se asumen riesgos muy que hacen peligrar al proyecto y, además, se limita el aprovechamiento de las posibilidades que la realidad nos ofrece para alcanzar objetivos superiores en la lucha revolucionaria.

Detrás de todo esto no hay, en lo esencial, un problema económico. Lo que hay es un problema político. Si resolvemos el problema político los recursos económicos aparecerán.

Ese problema político tiene que ver con una falta de convicción revolucionaria que es, en última instancia, una falta de confianza en la clase obrera, y en la victoria de la revolución socialista en nuestra lucha.

Así se produce una cierta cómoda instalación en un determinado nivel de desarrollo político; lo que podríamos llamar una cierta satisfacción con los medios “artesanales”, en el sentido planteado por Lenin, y se considera inalcanzable el avance hacia el empleo de métodos “profesionales”, cuya necesidad es apremiante para colocar al PCPE en un nivel superior de su desarrollo.

Y, por otra parte, tampoco se puede caer en hacer un cierto abordaje simplista de la cuestión de los métodos profesionales. No estamos hablando de un despacho en Madrid con un cierto número de militantes con dedicación completa a las actividades del Partido, no estamos hablando de Cuadros del Partido que se alejan de su actividad miltante diaria.

Cuando hablamos de métodos profesionales hay que empezar por una concepción rigurosa del centralismo democrático, y por una coherencia entre el discurso y la práctica. Ese es el punto de partida para llegar a implementar los métodos profesionales.

Utilizando un ejemplo: ¿Cuantas células del Partido salen a la calle todos los meses a vender la prensa, de forma constante y continuada? La respuesta no puede ser más insatisfactoria. Si las células estuvieran haciendo esta tarea, absolutamente básica, hoy venderíamos varios miles más de periódicos, y eso no ocurre.

Si una cuestión tan elemental como ésta no conseguimos que se convierta en práctica natural y cotidiana, no podremos alcanzar objetivos superiores, que por otra parte son absolutamente inaplazables. Y si, por cuestiones casuales, de repente, dispusiéramos de los recursos económicos suficientes para montar ese aparato central profesionalizado estaríamos creando un auténtico monstruo que nos terminaría devorando.

El avance de las capacidades centrales del Partido, o se soporta en una cotidianidad de su base militante en la práctica bolchevique que reclamamos, o tendrá, siempre, el riesgo de generar desviaciones políticas y/o ideológicas de consecuencias fatales para cualquier organización revolucionaria.

Hoy el PCPE se enfrenta a esa coyuntura, y el X Congreso ha de jugar un papel determinante para resolverla en sentido positivo. Debatamos esta cuestión a fondo.

Que el debate en las células aborde estas cuestiones, que se analice qué es lo que se hace y lo que no se hace en la práctica diaria concreta, sin autocomplacencias ni mistificaciones, que se valore cómo se aplican y cumplen las directrices del Comité Central, cómo funciona la rendición de cuentas en cada célula y en cada Comité, cómo se aplica la política de Cuadros del Partido; son cuestiones imprescindibles en el proceso del Congreso.

Hay que trasladar esos debates a propuestas para mejorar la Tesis III, para conseguir que esta Tesis se inserte de una forma más directa con la realidad organizativa y con la práctica del Partido. Y que como resultado del debate se creen unas superiores condiciones para la intervención política del PCPE.

Si esto se hace bien, con auténtico sentido revolucionario, avanzaremos en términos reales hacia la creación del aparato central de necesitamos. No un aparato retórico ni artificial, sino el aparato que el Partido, en su actual nivel de desarrollo, necesita.

EL NUEVO COMITÉ CENTRAL
Militantes de base con responsabilidades superiores

Otro de los objetivos importantes del X Congreso es el de dotar al Partido de un nuevo Comité Central, capaz de desarrollar los acuerdos del Congreso y de dirigir al Partido hacia el logro de los objetivos superiores que nos planteamos. Es un reto de enorme complejidad.

La historia del comunismo en nuestro país ilustra cuán difícil es acertar con la decisión correcta, y cómo las decisiones erróneas suponen, antes o después, conflictos internos que desgarran a la organización y destruyen el trabajo, paciente y esforzado de muchos años, de una militancia fuertemente comprometida con su empeño revolucionario.

Es importante precisar un principio fundamental de como entendemos nuestra militancia revolucionaria: al PCPE se viene a ser militante de base. Dicho al revés, al PCPE no se viene a hacer carrera política. Y son precisamente quienes tienen la categoría de Cuadros de Partido quienes más han de asumir esa concepción de militantes de base.

En el PCPE hablamos de construir una nueva cultura revolucionaria que rompa la vieja cultura del comunismo occidental, y español, de la conspiración interna, del doble discurso, de la quiebra del centralismo, y de las prioridades personales por encima del Partido.

Sin esa nueva cultura revolucionaria no sacaremos adelante nuestro proyecto. El oportunismo destruyó en España las posiciones más consecuentes en la lucha revolucionaria, que se materializaron al calor de la III Internacional. El PCPE emergió con fuerza en el combate contra esa nefasta deriva, y por ello hemos tenido la capacidad de resistir y desarrollarnos como el proyecto que necesita la clase obrera para su emancipación. Esto ha sido así porque, a pesar de nuestras dificultades y errores, siempre dominaron las caracterísiticas propias del proyecto que con enorme entusiasmo empezamos a construir en enero de 1984.

Es muy importante que los Cuadros que se elijan para el nuevo Comité Central sean militantes de la lucha de masas, activistas en el día a día de su célula, con un historial de compromiso con el Partido y con las masas, sin titubeos ni flojeras. Sean hombres y mujeres que, en una determinada trayectoria temporal, hayan demostrado en la práctica su compromiso como militantes de la revolución.

Hay que tener un muy alto grado de exigencia con la trayectoria militante de cada miembro que se proponga al Comité Central. No deben existir falsos pudores a la hora de discutir si algún Cuadro tiene o no tiene las características necesarias para formar parte del Estado Mayor de la revolución. La crítica y la autocrítica son herramientas de conocimiento, cuando se saben utilizar con rigor, y en esta ocasión ello es, si cabe, aún más necesario.

Necesitamos un Comité Central con Cuadros que cubran todas las tareas que nos exige la lucha política de clases. Quienes han de tener responsabilidades más internas en finanzas, organización, etc., y quienes han de asumir una responsabilidad fundamental en los frentes de masas: movimiento obrero, liberación de la mujer, movimiento vecinal, lucha antiimperialista, etc. Será necesario contrar, también, con miembros que tengan disponibilidad de tiempo y prioridad para las tareas centrales, pero cumpliendo al mismo tiempo con las otras características anteriormente expuestas.

Los miembros del nuevo Comité Central deben asumir que su nueva responsabilidad les exigirá, especialmente, que igualmente sigan siendo militantes de base, con una rigurosa vida celular regular, y con una actividad prioritaria en las luchas de masas.

UNA PRÁCTICA MILITANTE QUE PUEDA HACER REALIDAD EL OBJETIVO DE LA FUSIÓN DEL PARTIDO CON LAS MASAS
Cada militante ha de tener intervención en un frente de masas.

El PCPE tiene el objetivo de que el principio leninista de “la fusión del Partido con las masas” se convierta en un elemento determinante de su práctica política, y que este principio guíe la intervención de su militancia en el día a día de su participación en la lucha de clases.

¿Qué significa esto, y cómo se consigue? Responder a ello, en términos concretos, es uno de los objetivos destacados del X Congreso. La Tesis III aborda esa cuestión y propone líneas de trabajo.

Para explicar esta idea, nuestra militancia se puede preguntar -a día de hoy- en qué ámbitos sociales próximos a su organización territorial (a su célula, de una forma más concreta) el Partido interviene de una forma natural, y es reconocido como organización obrera revolucionaria que forma parte de esos determinados ámbitos sociales próximos. Si la respuesta es SI vamos bien, si la respuesta es NO vamos mal.

El Partido Comunista, en el desempeño de su acción revolucionaria, tiene que conseguir una amplia influencia sobre las masas obreras, y sobre otros sectores del pueblo. Influencia que consiga que esas masas, y sectores, vayan asumiendo la necesidad objetiva de acabar con el capitalismo como sistema sociopolítico, si quieren liberarse de su situación de opresión y explotación.

La revolución ha de ser comprendida como un amplísimo proceso social, en el que la ideología hoy dominante va siendo progresivamente acorralada y debilitada, hasta llegar a hacer crisis en su actual capacidad de alienar a las más amplias masas. Ese proceso se dará, con mayor o menor rapidez, según avance la capacidad del Partido Comunista de ganar influencia, prestigio y liderazgo, en esas masas obreras y populares. Debilitando, con su intervención dirigente, la actual hegemonía de la ideología de la burguesía (en su versión liberal o socialdemócrata), y dotando a la clase obrera de un pensamiento propio -independiente-, que le permita avanzar en el proceso de convertirse en protagonista de su propia historia.

¿Cómo ocurre eso? ¿Cómo el Partido puede ser reconocido por la clase obrera como su organización natural en el contexto de las actuales condiciones desfavorables de la lucha ideológica? Con la práctica de todos los días. Sin práctica el Partido Comunista se queda instalado en la retórica, aunque sus brillantes proclamas sean altisonantes en nombre de las masas. Así la retórica la podemos definir como fraseología sin práctica (charlatanería), entonces la retórica, así, es un juego, que nada tiene que ver con la acción revolucionaria práctica y consciente (práxis) que transformará toda la sociedad. El juego no transforma nada, el juego es humo.

Esa práctica solo se puede dar si existe una relación -diversidad de relaciones- de la militancia del Partido -del Partido como organización- con las distintas instancias organizativas y sociales de la clase obrera y los sectores populares.

En primer lugar en el sindicato, y en las organizaciones del movimiento obrero en general, y, también y al mismo tiempo, en todo tipo de frentes de masas donde la clase obrera y los sectores populares expresan sus inquietudes e intereses.

Entender y asumir la enorme potencialidad de esos frentes es un requisito imprescindible para cualquier militante de la revolución. Los movimientos de mujeres por su emancipación; el amplio movimiento por la paz, por la desmilitarización y por la reducción del gasto militar; el movimiento por el medio ambiente y contra el cambio climático; el movimiento estudiantil; las luchas contra las privatizaciones, etc.

La presencia, comprometida y militante, sin un esquemático carácter instrumental, del Partido Comunista en todos esos procesos ayuda a crear las condiciones para su reconocimiento como la organización natural de la clase, como la organización de confianza que nos diferencia del resto de organizaciones políticas que, de una u otra forma, están al servicio de la burguesía. Si el Partido no está no será obtendrá nunca ese reconocimiento.

El Partido participa en todas las luchas que surgen del interior del pueblo, de la clase, arriesga, trabaja, suma. En ese combate va ganando reconocimiento y capacidad de dirección política. El pueblo reconoce al Partido en su papel dirigente si participa y se compromete, si está presente de una forma continuada. Si su militancia demuestra, en la práctica, que actúa en coherencia con su ideario político. Si su militancia no se esconde, no teme ser identificada por su condición revolucionaria

No es posible estar militando en el Partido Comunista y no tener una confianza absoluta en la capacidad de las masas para desbordar todos los límites represivos que les coloque el sistema. La revolución es posible, nuestra tarea es organizarla, con las masas. Con la fusión del Partido con las masas.

LAS MASAS COMO CATEGORÍA DEL MARXISMO

Brevemente. Un estadio con cien mil personas, viendo un partido de fútbol, no son masas. Si esas cien mil personas, por la intervención del Partido, corean consignas contra la OTAN o contra Miguel Ángel Ramírez1, se convierten en masas.

¿La diferencia? El momento en que esas personas adquieren conciencia de tener intereses comunes y los expresan de forma coordinada, con lo cual se produce una unidad interna, entre esas cien mil personas, que materializa sus intereses en la desmilitarización de Canarias, o en acabar con un explotador, que establece condiciones especialmente abusivas a las más de siete mil personas que explota en su grupo de empresas. Quienes no corean las consignas no forman parte de las masas.

Este es un ejemplo elemental de nuestra concepción del término masas, como categoría del marxismo.

1 Despótico empresario canario, Presidente de la Unión Deportiva.