Europa como entidad histórica y la UE se presentan al mundo como un faro mundial de defensa de la igualdad y los derechos humanos, esta percepción infinitamente propagada por el sistema nunca ha sido cierta y hoy menos que nunca, apoyando una escalada belicista a nivel mundial y sustentando política, económica, diplomática y militarmente el genocidio contra el pueblo palestino por parte Israel.
También se plantea la unión del €uro como adalid de los derechos de las mujeres, incluso se ha avalado intervenciones en muchos países en su defensa, un continente “vanguardia” en la elaboración de leyes aunque no haya sido hasta este año que se haya elaborado una ley bastante incompleta contra la violencia machista y con lagunas imposibles de comprender y donde no hay estadísticas de asesinatos ni bases de datos conectadas, no hay unidad a la hora de definir un delito y una pena, que aun en un club que lleva en sus estatutos de nacimiento la igualdad haya quien piense que la mujer es una ciudadana de segunda.
En este imperio de “la igualdad” para conocer datos del machismo en la UE, hay que remitirse al Eurobarómetro especial 465, publicado en 2017, tan amplio que casi imposible de abordar, pero da pinceladas de la extensión de la cultura patriarcal que aún pervive, respuestas que parecen de otro siglo. Ante la afirmación “El papel más importante que las mujeres deben cumplir es cuidar de la casa y de la familia”, el 44% de los europeos afirma que está de acuerdo, frente a un 54% que no. El porcentaje de los primeros sube en Bulgaria (81%), Hungría (78), Polonia y República Checa (77) y Letonia (74). Frente a ellos, el 11% de los suecos, el 14% de los daneses. En España la afirmación la apoya el 29% frente al 69% que la rechaza.
Los datos y repartos geográficos se van repitiendo pregunta a pregunta. “Que el rol más importante del hombre es ganar dinero” es una verdad inmutable para búlgaros (81%), húngaros (79), eslovacos (75) o checos (72), frente al 10% de los suecos o el 18% de los neerlandeses. La media comunitaria está en un 43/55% y España está en un 27/71, por el contrario.
Sorprende a estas alturas que, aún, haya un 69% de europeos que sostengan que “Las decisiones que toman las mujeres están más cargadas de emociones que la de los hombres” está de acuerdo con eso un 69% de los encuestados, frente a un 27% que lo rechaza. Vuelven a llevarse la palma los países del este y el centro de la Unión. En el caso de España, un 53% apoya esta sentencia.
La encuesta aborda la cuestión de los hombres que se declaran feministas. ¿Lo aprueban o lo desaprueban? Las cifras de reconocimiento sorprenden por bajas, sigue sin entenderse que es el feminismo y sólo lo ve bien un 41% de los europeos, frente a un alto 22% contrario. Los letones no pasan del 11% y los checos, del 13. Los malteses suben al 71% y lideran la tabla y los finlandeses (65). Aquí, estamos en un 55/16. Poco más de la mitad de la población.
Si en términos culturales no parece que se haya conseguido la igualdad de la que se hace gala, en otros aspectos tampoco, el índice Global de la Brecha de Género que elabora del Foro Económico Mundial constata (2021-2022), que, aunque Europa te tiene el segundo nivel más alto de paridad, situándose actualmente en el 76,6%, se tardará a este paso 60 años para cerrar esa brecha entre hombres y mujeres en cuanto a derechos o salarios.
En la Unión Europea, las mujeres cobran de media un 13% menos que los hombres, es decir, un euro reciben los hombres, las mujeres 87 céntimos. Estos datos parecen halagüeños, parece un bajo porcentaje de brecha salarial, pero esto puede relacionarse con una baja participación de las mujeres en el mercado laboral y a la concentración de trabajo femenino en sectores precarizados y con salarios más bajos. La desigualdad que marca esta brecha se extiende más allá de la vida laboral de las mujeres, ya que se enfrentan a mayor riesgo de pobreza al acceder a pensiones más bajas. Actualmente, en la UE cobran pensiones un 28,3% menos que los hombres.
En relación con el derecho al aborto, también existe una gran disparidad a nivel europeo para poder ejercerlo, incluyendo países en los que está restringido o casi ilegalizado. Después de que fuera aprobada una reforma de la Constitución francesa que reconoce la libertad de las mujeres a la Intervención Voluntaria del Embarazo (IVE) se ha armado una campaña europea de recogida de formas para que incorpore también ese derecho en la normativa europea, una iniciativa desarrollada por parte del feminismo burgués que ha creado una falsa esperanza, dado que aunque se consigan las firmas, no hay mecanismo normativo europeo que obligue a los estados a respetar la libertad de abortar, es cada país miembro quien debe blindar este derecho en su Constitución.
Como tantos otros derechos reconocidos constitucionalmente que sean o no efectivos depende de la ideología del Partido gobernante y sus alianzas, y aún hoy y cada vez más, el derecho a elegir de las mujeres sobre su propio cuerpo sigue estando controlado por el poder, ya sea estatal o supra nacional.
Estas son algunas de las pinceladas que definen el proyecto de la UE, sin olvidar el proyecto recientemente apoyado sobre la política migratoria, profundamente xenófoba que renuncia a principios fundamentales como el derecho a la migración, acogimiento y asilo, militariza y externaliza a terceros países las fronteras. La UE es un proyecto imperialista, belicista, patriarcal, racista y por supuesto capitalista y, por tanto, nuestra propuesta como feministas de clase, la propuesta del PCPE, es integral y radical contra este modelo y frente a otras propuestas limitadas del feminismo burgués o incluso una nueva candidatura Feminista. Defendemos desde nuestra candidatura y en nuestro accionar cotidiano una lucha hibridada de clase y de género, una toma de conciencia para un acabar con el capitalismo y por sociedad, con las personas estén en el centro, que el cuidado sea compartido y nuclee la sociedad.
Luchamos para acabar con la explotación y la opresión. Luchamos por la igualdad de género, por la paz, contra el militarismo, la transfobia y el racismo, defendemos un modelo social de respeto a todas las personas, de respeto al medio ambiente y nicho ecológico del que somos parte. Creemos firmemente en la capacidad creadora de la clase obrera y que, en este momento de tantos retrocesos, todo esto no será posible sin la construcción del Socialismo.
Este proceso es impensable sin las mujeres trabajadoras, las burguesas tiene sus propios planes que no incluyen nuestros derechos y aspiraciones de una sociedad justa e igualitaria, es fundamental que nos representamos a nosotras mismas, que protagonicemos este cambio histórico, la cuestión fundamental es la organización popular, la incorporación al PCPE, pero también es importante hoy el voto, porque si votas a la candidatura PCPE-PCPC, estás votando feminismo de clase, rojo, verde y violeta.
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