
Respecto a los últimos acontecimientos que vienen desarrollándose en el marco del incremento de la lucha de la clase obrera en distintos puntos del Estado español, y de la subsiguiente escalada represiva, es necesario situar con claridad los elementos que configuran esta situación para poder comprenderla plenamente.
La burguesía, inmersa en una profunda crisis estructural, ya no puede satisfacer siquiera las demandas más elementales y básicas que le plantea la clase obrera y las masas trabajadoras, para mantener la ficción del llamado «Estado del bienestar». Durante décadas, la burguesía ha venido desarrollando, implantando y perfeccionando, con la colaboración necesaria de oportunistas de todo pelaje, un entramado político, económico, jurídico y mediático destinado a levantar un cortafuego frente a una lucha de clases que, por mucho que se empeñen en ocultar, una y otra vez emerge con toda su crudeza.
La burguesía, conocedora de la actual situación de desmovilización y desorganización de las masas trabajadoras, no dudará en aplicar con violencia todas las medidas represoras de las que, durante décadas, se han dotado con los serviles gobiernos de turno ejerciendo de esbirros y haciendo uso de los aparatos de represión contra toda la clase obrera, nativa e inmigrante.
Para defender sus intereses ante esta acometida violenta y criminal de la burguesía, la clase obrera se moviliza y, cada vez con más frecuencia, se rebela de forma enérgica. Esta respuesta legítima es presentada por el enemigo de clase como exacerbada violencia, frente a la cual despliega todos los medios coercitivos y represivos a su alcance, criminalizando el derecho de la clase obrera a defenderse.
Se multiplican los casos de represión desmedida contra trabajadores y trabajadoras que se han atrevido a reivindicar sus derechos. Se presenta como crimen la mera actividad sindical, como en el caso de las seis compañeras de La Suiza, o la exigencia de convenios sin retrocesos históricos, como los tres compañeros de Airbus, la huelga del metal en Cantabria y más recientemente, Cartagena y la del metal de Cádiz, con 23 detenidos hasta ahora y fianzas abusivas de entre 15.000 y 40.000 euros para evitar la prisión.
En este contexto, el PCPE expresa su más completo apoyo y solidaridad activa y organizada con la lucha de la clase obrera, en cualquiera de las formas que adopte. Para las y los comunistas, la única violencia que rechazamos y combatimos es la de la burguesía, ejercida diariamente contra trabajadores y trabajadoras a quienes explotan, oprimen y asesinan. Liberarse de las cadenas de la opresión no es un delito, sino un derecho y un deber. A la violencia opresora debemos oponer la violencia revolucionaria. No nos queda otra opción.
Del mismo modo, el PCPE exige el inmediato sobreseimiento de todas las actuaciones judiciales emprendidas contra los compañeros detenidos, la puesta en libertad de las compañeras de La Suiza, así como de todas las personas de la clase obrera y de los sectores populares represaliados por el aparato superestructural del estado burgués, debido a su lucha por mejorar las ya de por sí mermadas condiciones de vida de la clase obrera y masas populares.
Hacemos un llamamiento a la unidad de clase que, desde la asamblea organizada y dirigida por las propias masas trabajadoras, sitúe la lucha de clase en un nivel político superior.
¡¡¡UNA SOLA CLASE, UNA SOLA LUCHA!!!
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